Dominación a través de la castidad
Manual de dominación a través de la castidad
[Este manual fue escrito en francés por una mujer que no lo firmó. Después se tradujo al inglés para el sitio web de Altarboy, y de esa lengua lo ha traducido al español un lector de internet (aunque no está completo). Le agradecemos su trabajo pese a algunas discrepancias que expreso al final)
Mensaje a los hombres:
Si el tema de este articulo te interesa, debo advertirte: puede ser que simplemente te guste fantasear, en ese caso, puedes leerlo de un tirón y relajado. Pero si piensas que hay una oportunidad –chica, mediana o grande– de convencer a tu esposa de que entre contigo en una situación real de sumisión y castidad, en ese caso, te recomiendo encarecidamente que dejes de leerlo.
Si aún no tuviste el coraje de revelarle a tu mujer tus deseos íntimos, este artículo puede ser una ayuda muy valiosa. Está basado en mi experiencia personal, y lo escribí para las mujeres, especialmente para aquellas que no han practicado situaciones de dominación y castidad con su marido, y creen que pueden estar capacitadas para hacerlo.
Mi objetivo es convencerlas del interés y el placer que pueden obtener de ello. Explico las buenas razones que tu esposa podría tener para interesarse en mantenerte dominado y casto para su propio placer, y las etapas que debe hacerte pasar para tener éxito. Porque aunque estéis interesados los dos en el asunto, no es realista pensar que el objetivo se alcanzará instantáneamente: ambos necesitaréis un viaje de preparación, en el que a ti te surgirán cada vez más exigencias, mientras ella ira viendo cómo su vida se torna más completa y feliz. Si realmente quieres convencerla, lo mejor será que imprimas este articulo, y se lo ofrezcas en la ocasión que consideres más apropiada.
Señores: este artículo es mi contribución para que puedan lograr un matrimonio más feliz. Y he tratado de ordenar las cosas de forma y manera que sean útiles para ella. El contenido no es ni vulgar ni pornográfico, así que no la dejará estupefacta. No desarrollo recetas, sino principios; el más importante es: progresión paulatina. Nada es extremo ni imposible. Todo lo explicado es factible dentro del marco de tu pareja, sin dañar la calidad del amor que os une.
Y al mismo tiempo, si los pasos se van cumpliendo al ritmo al que vuestras personalidades lo puedan asumir, la pareja alcanzará un estado de gran felicidad, en el que el hombre vivirá adorando a su esposa y ella descubrirá un mundo que nunca se había imaginado.
Insisto en mi recomendación de que no leas el artículo, porque tus reacciones ante las acciones de tu esposa constituirán una inspiración para ella, y una motivación para continuar. Recuerda que el objetivo vale la pena, y requiere un cierto esfuerzo, así que prefiero reservar el factor sorpresa para ella.
I. Introducción
Caballeros: si aún permanecen ahí, les pido que se vayan. Relean el mensaje anterior. Deben irse.
Señoras, ahora estamos solas. Bien, trataré de convencerte del interés que tiene para ti, y para él, que domines a tu marido, más precisamente dominarle sexualmente a través de la castidad (temporal o por periodos prolongados). Así que, antes de empezar, te proporcionaré una definición de la palabra castidad: ausencia de eyaculación. Este es el sentido en el que empleo la palabra en todo el artículo. Castidad no significa ausencia de caricias manuales u orales, o penetración, sino que estas practicas no terminen nunca con la eyaculación.
Decidí escribir esta pequeña guía porque no creo que haya ninguna sobre el tema. Una encuentra en Internet numerosos relatos contando historias sobre esposas que dominan a sus maridos utilizando la castidad, y el uso de los cinturones de castidad está bien extendido, pero, en general, las historias no detallan las motivaciones y el trayecto recorrido, el que ha facilitado llegar a esas practicas. En general, el objetivo de esas historias radica en describir los detalles de lo que sucede una vez que la relación de sumisión y la castidad han sido establecidas y se encuentran en un avanzado estadio.
Si lees este articulo es bien porque lo encontraste en Internet o bien porque tu marido, como yo le sugerí, te lo ha ofrecido porque está interesado en el asunto. Esto muestra un interés y una disposición que considero suficiente para que puedas hacer con él todo lo que describo en el articulo, y quizás mas. Significa que podrás llevarle de verdad a un estado de sumisión y obediencia que os haga felices a ambos en una nueva etapa de vuestra relación.
¿Porque la Castidad?
Para no entrar en detalles de psicología, simplemente pensemos que los hombres y las mujeres se acercan de muy diferente manera a la sexualidad. Las mujeres entran en una relación sexual, pasional y emocional en la que el componente físico es solo uno de los aspectos. Los hombres, en cambio, entran física y mentalmente; pero la parte mental es principalmente abstracta y simbólica, y los sentimientos juegan en ese momento un papel menor.
Una debe tener en cuenta que los maridos fieles lo son porque han decidido serlo, no porque les resulte desagradable mantener una relación sexual con otra mujer sin que se involucren sentimentalmente. A muchas mujeres les resulta difícil comprenderlo, pero es una realidad. Una prueba de ello la encontramos en la cantidad de maridos infieles que permanecen sinceramente ligados a sus esposas, mientras que es casi seguro que una mujer que engaña a su marido se planteará el divorcio muy pronto.
Por lo tanto, incluso los hombres fieles caen en la tentación de mantener relaciones fuera del matrimonio (de algún tipo), debido a la rutina en la que se instalan (¿necesariamente?) tras muchos años de matrimonio. Y esto sin que sus sentimientos para con su esposa puedan ser menos amorosos. Además, seguramente sabes que, después de los 30 años, las necesidades y las capacidades físicas de los hombres declinan notoriamente, mientras que las, digamos, necesidades de estimulación mental, de cierto rebuscamiento, crecen. De ahí el uso que muchos hombres maduros hacen de “servicios especiales” que atienden los crecientes niveles de sofisticación del hombre maduro e inteligente.
Aunque la frecuencia de las relaciones sexuales sea satisfactoria, tu marido no tiene, ni física ni mentalmente, las mismas necesidades ni el mismo deseo que tenía antes. Su motivación por mantener largos juegos previos decae, a lo que también contribuye el hecho de que no sea capaz de mantener una erección mucho más de unos minutos, como le ocurría a los 20 años. Sin duda, habrás comprobado la dificultad que tiene para mantener e incluso iniciar sus erecciones. Si durante el juego previo comienza a acariciarte, su erección decae después de unos minutos. Consciente o inconscientemente, intenta compensar ese inconveniente tratando casi siempre de acortar los preliminares y pasar a la penetración rápidamente.
Dejemos las consideraciones psicológicas. ¿Por qué digo que la castidad de tu marido te puede traer mayor satisfacción en el plano sexual? La respuesta la puedes hallar en observaciones que probablemente tú misma has hecho a lo largo de tu vida de casada: seguramente en alguna oportunidad estuviste separada de él unos días o unas semanas; el reencuentro generalmente transcurre en un lugar público como un aeropuerto, o quizá en presencia de los chicos, familiares o amigos; probablemente, los dos hayáis tenido que tener paciencia y esperar varias horas hasta poder disfrutar de intimidad; durante ese período de espera, notaste que su comportamiento era más cálido que habitualmente: busca tocarte, sus manos no se despegan de tu cuerpo, en esas horas recibes más besos, incluso a escondidas, que los que recibiste en meses, te habla dulcemente y hace todo tipo de alusiones sugestivas. En pocas palabras: durante unas horas disfrutas del esposo que toda mujer sueña con tener. Más tarde, llega el momento de la intimidad… todo es impaciencia, y después… ¡se convierte en el marido de todos los días!
¿Que salió mal?
Simplemente: mientras esta sexualmente excitado pero no puede satisfacerse (yo diría “descargarse”), tu marido es tierno, calido, atento, afectuoso, etc. De manera que la única forma de evitar que vuelva a la otra modalidad es mantenerle de esa manera, excitado, sin darle la oportunidad de satisfacerse. Así de simple. Así que retírale la posibilidad de llegar (¡en el sentido de la eyaculación, no en el aspecto de que tenga placer!), y tendrás un marido perfecto 24 horas al día todo el año.
Imagínate cómo seria tu vida si tu marido estuviera normalmente en este estado de forma permanente. Durante la jornada, te llamaría por teléfono sin dejar pasar un día. Sólo por el tono de su voz, te darías cuenta de que está pensando mucho en ti (¿cuánto hace que no te pasaba?). Después de que tengas tu orgasmo, tendrás un marido que continuará de muy buena gana acariciándote, abrazándote, y durante el tiempo que te apetezca (¿cuánto hace que no te pasaba?). Antes de que alcances tu orgasmo, te habrá mimado, besado, acariciado y abrazado largo rato, sin prisas, hasta que estés loca de deseo y desees que te lleven al orgasmo (¿cuánto hace que no se tomaba ese tiempo, que no eras tú la que decía cuándo y qué hacer?). A la tarde, cuando vuelves a casa, te será imposible dejar de pensar en el programa que te espera, cuando por fin los dos estéis solos en tu cuarto. Cada vez que estés aburrida, en alguna reunión de trabajo, o en cualquier actividad que no te complazca, tu mente puede escaparse hacia la ultima noche en que te hizo el amor y hacia lo que tienes ganas de que te haga en la próxima (¿cuánto hace que no te pasaba?).
¡Paremos aquí! Estoy segura de que, a esta altura, estás convencida de que por lo menos vale la pena probarlo.
¿Cómo lograrlo?
Cómo lograr que tu esposo acepte este arreglo, que, es muy importante saberlo, es mucho mas de lo que él espontáneamente piensa aceptar en este momento. No olvidemos que fue él quien te proporcionó este documento: quiere aceptar este acuerdo. Pero para que sea un éxito, tendrás que llevarle más lejos de lo que pensaba cuando te propuso comenzar. ¿Cómo hacerle admitir el hecho de que no sepa cómo terminará la cosa? ¿Cómo obligarle a aceptar el hecho de que deberá usar los otros medios físicos a su alcance para disfrutar? Desde ahora, deberá aprender a gozar a partir de tus caricias, besos, palabras de aliento. Deberá aprender que todo su goce, absolutamente, vendrá de ti. Paulatinamente, te convertirás en la dueña de su placer, y desde ahí, de su mente. El resto de este articulo te explicara cómo, por medio de actividades de dominación, puedes alcanzar este resultado que garantiza un matrimonio feliz.
Sin duda, pensarás que esto es imposible. “Mi marido nunca lo aceptará”, te dirás. “¡Sí algún juego, pero no esto!”. Quítatelo de la cabeza: una vez que hayas culminado con éxito el trabajo de preparación, verás como aceptará perfectamente esta situación; más aun, se convertirá en tu cómplice para mantener la castidad como ofrenda hacia ti. Veras que, correctamente educado, estará interesado en no hacer trampas y no aprovecharse de situaciones en las que podría llegar (por ejemplo, en el momento de la penetración). El marido entrenado es el mejor aliado de la mujer feliz: él no llegará si tú no se lo ordenas.
De hecho, este trabajo preparatorio, es decir, la introducción progresiva de tu dominación, es una fase mas difícil que la de castidad a largo plazo. Una vez hecha la tarea de preparación, el resto llega por lógica decantación. La fase preparatoria es complicada en el sentido de que tú (quien se beneficia de todas las ventajas) debes vencer un sentido de irrealidad, de que todo es un juego, o que es algo limitado en el tiempo o por las posibles exigencias que ejercerás. Tienes que llegar al convencimiento de que esto es real, que es lo mejor que te ha pasado en la vida últimamente, y que llegó para quedarse. Y para tu esposo, será difícil porque quizá él mismo ha fantaseado mucho tiempo con ser dominado por ti; pero tendrá que darse cuenta igualmente de que esto no es un juego para obtener un mejor orgasmo, o quizá para acabar mejor después de 24 horas.
Deberá ser educado en el cuidado y la atención de su esposa de forma permanente. Debe comprender –y eso lleva tiempo y preparación – que las cosas han cambiado y ya no tiene 20 o 30 años: es un hombre maduro, y desde ahora su sexualidad estará a tu servicio. Confía en mí: lo aceptará fácilmente, y te hará feliz.
Por supuesto, no se trata de cueros y cadenas, látigos y mascaras (aunque me gusta usarlas de vez en cuando, y lo hago porque es mi privilegio). Mi experiencia fue completamente diferente: se basa en el avance progresivo. No se trata de convertirte de un día para otro en la caricatura de una dominante profesional. Lo que yo te mostraré es un camino evolutivo, que te llevará con seguridad y eficiencia, a tu propio ritmo, a dominar a tu marido, mantenerle casto e incrementar su obediencia a ti. Las condiciones externas de esa dominación las decides tú, las inventas y las creas de acuerdo a tus gustos y ritmo. En esto, ¡no debes dejarte llevar por nadie!, ni por este programa, ni por lo que leas, ni, mucho menos y principalmente, por tu marido. Tus deseos, tus gustos, tus preferencias y personalidad, serán las que decidan (y por supuesto, también las de tu marido, aunque en segundo termino).
No obstante, si al leer este articulo, algunas practicas o situaciones no te gustan, no te extrañes por ello; por supuesto, podrás modificar lo que se te ocurra de acuerdo con tus gustos. Y lentamente descubrirás que algunas sugerencias, que al principio te puedan parecer raras, o poco atractivas, incluso provocarte rechazo, un día puede que te proporcionen mejoras en tu deseo, te exciten, te sirvan para generar una variante deliciosa en la cama. Puede que encuentres placeres que ni te habías imaginado. Pero todo a tu gusto y a tu ritmo.
Se trata principalmente de llevar las cosas de forma progresiva, para él y para ti. Déjate llevar por tus deseos a medida que vayan surgiendo. Sé curiosa, imaginativa, inventiva. No te dejes dominar por los prejuicios. Las cosas nuevas llegarán por sí mismas y a su debido tiempo. Te acabará sorprendiendo lo que consigue el paso del tiempo y la exploración de posibilidades crecientes.
II. ¿Cómo empezar? Introducción del retraso de su orgasmo
Si tu marido está de acuerdo en principio en que asumas un papel dominante, tu tarea es educarle. Puedes empezar por pedirle, por ejemplo, que cubra de besos todo tu cuerpo. Decirle que se ponga de rodillas y estar tú en una silla cómoda, parada o en la cama. Dile abiertamente lo que quieres que te haga, cómo lo quieres y dale detalles. No temas entrar en detalles, y pide lo que te guste. Poco a poco, el tono debe pasar de pedir a dar ordenes: “eres mi prisionero”, “debes obedecerme”. Imperceptiblemente, pasas de una situación de simple placer sexual (“bésame todo el cuerpo”) a situaciones y posiciones de dominación y, muy importante, humillación (“bésame los pies”).
Asegúrate de tener tiempo disponible. Debes saber que un hombre puede tener erecciones por un largo período (una hora) si le estás haciendo cosas, pero su erección es corta, viene y va intermitentemente, si es él quien esta haciéndote cosas a ti. Si te gusta tenerle erecto, estate atenta, y cuando veas que su erección flaquea, y tengas ganas, estimúlale. Un simple toque o caricia casual ayuda a que el marido se mantenga interesado en esta primera etapa. ¡Después, estará siempre muy interesado! Aunque, para mantenerle erecto, siempre será necesaria tu estimulación (sobre todo si tiene más de 30 años). Puedes alternar: después de un rato de intensas caricias por parte de él, si quieres descansar y mantenerle erecto, pídele que ponga una película sexy. Verla juntos un rato y acaríciale la picha distraídamente. A los pocos minutos, le tendrás excitado y con ganas.
Si notas que tu esposo lo acepta, conviene que empieces a usar una mordaza. Explícale que habla mucho, y que lo que dice no te interesa demasiado. En esta etapa, una mordaza simbólica será suficiente: un echarpe, o un par de medias tuyas (muy erótico). No la pongas sobre la boca, sino en la boca; no es muy efectivo para silenciarle, pero sus labios estarán disponibles cuando tengas ganas de besarle, y es un buen comienzo. Si tienes ganas, ponle unas esposas para tenerlo relativamente inmovilizado.
En general, el uso de equipo material tiene la doble ventaja de introducir una ventaja física para la mujer: no tiene ni que pedir, puesto que tiene al marido en la posición y situación deseadas. Y adicionalmente, un alto valor simbólico, porque, al dejarse poner el material, se está entregando a la esposa.
La progresión en la dominación te llevara a introducir castigos. Al principio, puedes llamarlos “pagos”, y es conveniente que la atmósfera sea juguetona y haya buen humor durante la ejecución de los castigos. Cuando la situación este madura (recuerda que esto es muy personal: puede ser muy temprano si tu esposo comienza ya mentalizado), empieza a hablar de castigos. Conviene introducir la azotaina (spanking). Por supuesto será simbólica mas que real, pero date cuenta de que el símbolo es muy poderoso. Para un hombre, todavía mas: incluso la azotaina más liviana es un símbolo de increíble fuerza, y sitúa las posiciones relativas de ambos en un plano distinto: a partir de la primera azotaina que le des, será tuyo. Tu sensación de poder será inmensa, y hasta que no lo hagas, no podrás creer que algo tan simple como propinarle un castigo físico pueda acrecentar tanto tu ego, tu dominación y su sumisión. Asegúrate de introducir este castigo en momentos en que este muy excitado.
La azotaina se debe propinar cuando estés realmente enfadada, por algo que haya provocado cualquier actitud o comportamiento de tu marido. Puedes dársela con la palma de la mano (lo mejor al principio) o con un cinturón. Debe ponerse de rodillas (preferentemente apoyando el torso en una silla o en la cama), y así le suministrarás su castigo. Es recomendable empezar con 10 palmadas o correazos y progresar hasta 20/25, y deben darse con bastante fuerza. Deben doler. La muestra de que el trabajo esta bien hecho, suele ser alguna lágrima involuntaria en sus ojos. Debes enseñarle a agradecértelo: después del castigo, debe agradecerte sinceramente que le ayudes a superarse. Las palizas, si bien no forman parte de la rutina (nada debería serlo), son parte de tu arsenal. El marido obediente debe saber que estas dispuesta a disciplinarle por esa vía en cualquier momento.
Ha llegado el momento de empezar a hablar de castidad. Mejor dicho, en esta etapa, del retraso del orgasmo. De hecho, todas las sesiones que hemos ido delineando tienen que haber sido preparatorias en el siguiente sentido: durante las mismas, tu esposo ha debido estar en un estado de semiexcitación permanente, y su orgasmo se ha debido producir al final de la larga sesión. De manera que ha pasado por varias y largas sesiones, en que te ha deseado intensamente, le has excitado como hacia mucho que no estaba, a veces te has enojado y ha debido soportar una azotaina con la picha semierecta, pero básicamente ha ido aprendiendo a esperar y a rogar a tu buena voluntad para conseguir su único objetivo: eyacular. Así que ha experimentado una clase de castidad restringida a una o dos horas. Y ha comenzado a aprender que eres tú quien decide sobre su orgasmo.
Un pequeño paréntesis: si bien él está condenado a un sólo y demorado orgasmo, de ninguna manera es esa tu situación. Goza como mejor te parezca, y si tienes más de un orgasmo, mejor. Pero aprende a controlar la marcha de tu hombre. Cierto, es fácil hacerlo si le estás masturbando o chupando; pero resulta muy difícil detener a un hombre si te está penetrando. En esta etapa, en que su educación no ha madurado, buscará el alivio de cualquier manera. Debes controlar el cuándo y el cómo. Si te está penetrando, al primer signo de que puede acabar, sepárate. Debe ir aprendiendo cómo son las cosas de aquí en adelante. Te digo que no hay nada mas excitante que masturbarte con un vibrador, con tu marido obligado a observar (y atado si te sientes más segura). Ningún hombre permanece indiferente ante una mujer jugando con su cuerpo. Si no lo has hecho, esta es la ocasión para empezar.
Este es un buen momento para repasar las preguntas del principio: recuerda dónde estabas y cómo era tu vida amorosa antes de empezar esto. Las delicias actuales constituyen un gran incentivo para continuar el proceso iniciado.
Volviendo a lo nuestro: has empezado a demorar sus orgasmos. Él ya lo percibe. Ahora, todo lo que se necesita es hacerlo progresivamente mas explícito: antes de hacerle llegar, al final de la sesión, pregúntale si realmente piensa que merece tener un orgasmo en ese momento. “¿Fuiste obediente?, ¿me hiciste llegar bien? ¿me diste todo lo que te pedí? , ¿crees que mereces que te deje eyacular?” En las próximas sesiones dile que estás pensando dejarle sin llegar porque no te parece que se lo merezca. Las primeras veces, simplemente, deja caer la idea, sé paciente: estás llegando a un punto crucial en su entrenamiento, hay que manejarle bien.
Ante de que llegue la primera vez en que le negaras el orgasmo, te diré que los orgasmos que tenga serán como a ti te guste: con la boca, la mano, penetrándote, pero como a ti te apetezca, no le dejes elegir. Puedes decirle que se masturbe frente a ti, si te gusta. Pero mi opinión es que no utilices esa manera: en primer lugar, a los hombres en general no les gusta masturbarse delante de su compañera. Pero sobre todo porque esa forma te excluye: eres tú la que le ha hecho esperar tanto, y serás tú quien le haga acabar. Así afianzarás su dependencia con respecto a ti.
Además, por razones que pronto explicare, no queremos que el marido se masturbe de ninguna manera: si bien al final lo controlarás de forma mas directa y física, por ahora no querrás que tenga la idea de que puede proporcionarse orgasmos por medio de la masturbación.
Así que, después de varias amenazas no consumadas, elige una noche en que la sesión haya ido particularmente bien, e infórmale de que va a permanecer en ese estado toda la noche. No esperes que lo tome bien: tratará casi de forzarte. Protestará y se rebelará. En lugar de la autoridad, recomiendo que uses la dulzura y la suavidad. Explícale que esto te excita mucho, que te gusta y quieres hacerlo, que crees que él, tu esposo querido, es capaz de hacerlo. Prométele que a la mañana siguiente le vas a proporcionar placer con todo tu entusiasmo, que va a llegar como nunca, que…. lo que se te ocurra. Promete, miente, se dulce, acaríciale, vuélvele loco, sé convincente, pero mantente firme en tu decisión. Y a la mañana siguiente, cumple. Aunque no acostumbre hacerlo de mañana, verás que esta vez estará ansioso por conseguir lo que le prometiste.
Una vez que haya “cobrado” (primero ten tu orgasmo, por qué privarte), felicítale, agradécele que se haya contenido por amor a ti, muéstrale que aprecias su esfuerzo, lo que ha hecho por ti, etc. Finalmente, asegúrate de decirle cómo te complació la experiencia, y que esperas repetirla. Bueno, buen trabajo. Tuviste éxito en esta etapa crucial.
Antes de avanzar, tomate tu tiempo. Repite el esquema varias veces, acostumbra a tu marido a ir obedeciendo: se excita contigo, tú tienes un orgasmo, el suyo queda pospuesto hasta la mañana siguiente. Has logrado que tu marido respete el criterio de que tu goce es primero y tiene que asegurarse, y el suyo… depende. Ahora ha llegado el momento de pasar a la etapa definitiva: castidad a largo plazo.
III. La castidad a largo plazo
Antes de llegar al corazón de esta fase final, debo responder a una pregunta que probablemente pasa por tu mente: ¿qué ocurre si mi marido decide acabar por sí mismo durante la noche, debo atarle? ¿Cómo me aseguro de que no se masturbe? Eso depende de tu hombre. No pierdas de vista que puede ser muy honesto y fiel en muchos aspectos, pero en esta situación es un animalito presa de sus deseos. Puede querer honestamente aguantar, pero después de unas pocas horas, habiéndote proporcionado un fabuloso orgasmo, tras recibir tus caricias, sentir la intolerable urgencia y levantarse silenciosamente y aliviarse. Después de todo, todos los hombres, casados o no, se masturban permanentemente.
En este aspecto, no puedes correr riesgos. A menos que tengas la absoluta seguridad de que no lo hará, no puedes permitir que ceda a su debilidad. Hay mujeres que atan con comodidad a su marido, permitiéndole dormir pero impidiéndole que se pueda masturbar. Sin embargo, resulta complicado y algo artificioso esas cuerdas que van y vienen. Quizá mas adelante quieras atar a tu esposo, pero ahora yo buscaría la manera mas simple de impedirle actuar.
Creo que la forma más efectiva y práctica es hacer tú misma (o comprar) unos mitones sin dedos o con un espacio para los 4 dedos y otro para el pulgar, y colocárselos en las manos. Le coses dos fuertes hebillitas en los puños y le pones un simple y pequeño candado de viaje en cada uno. Este tipo de prenda lo acostumbrará a la gran idea de que realmente eres tú quien controla su orgasmo. Tú tienes la llave. Sin resistencia, y como parte de una secuencia, tu marido aceptará pasar a una etapa en la que tu control sea mucho más real. Dado que acepta (o incluso te pidió) que controles cuándo llega, tienes el derecho a asegurarte de que no haga trampas, que no ceda a sus urgencias. No hay otra manera de hacerlo, creeme.
Por supuesto, que acepte y use estas prendas constituirá una muestra clara de que quiere darte ese control. Las dificultades prácticas que puede experimentar para orinar son fácilmente superables. Y el hecho de tener que esforzarse, trabajar para conseguir lo que era automático (sacar y orinar), le hará pensar todo el tiempo en ti. Después de todo, es por tu capricho por lo que debe estar esforzándose así. Creeme: la mente de los hombres funciona de tal manera que en lugar de ser una molestia, este esfuerzo se convierte en un patrón de dependencia hacia ti. Cada vez hay más funciones corporales que dependen de ti y de tu voluntad.
Con naturalidad, irás encontrado razones para no aliviarle alguna mañana, y retrasarlo hasta la noche siguiente. Una vez que la noche ha llegado, antes de proporcionarle el ansiado premio, hazle esperar, hazle pasar pruebas, ponle un rato los mitones, castígale (como más ganas tengas, pero que sienta el castigo) por cualquier falta o capricho y, muy importante, oblígale a satisfacerte plenamente en primer lugar y más de una vez si tienes ganas. Disfruta de tu orgasmo, y después permítele llegar. Haz esto varias veces, y cuando él crea que ese es el patrón, cámbialo: después de tu orgasmo, dile que quieres que te acaricie y te mime, y explícale cuánto se lo agradeces y lo bien que te sienta su manera de tratarte, pero que estás muerta de sueño y que te disculpe. Son maneras de que vaya aceptando –sin explicitarlo– que no hay reglas, no hay derechos adquiridos. Solamente tú dictas la forma de funcionar.
Además, es muy importante que le hagas sentirse orgulloso cuando te ha proporcionado una buena noche, y hacerle saber que no ha tenido éxito si las cosas no han ido bien. Jamás aceptes ninguna culpa: si no pudiste llegar, si la lubricación fue escasa, si experimentaste cualquier incomodidad, siempre la culpa es de él. Debe llegar un punto en que, si suena el teléfono y os interrumpe, él se disculpe contigo. Debes hacerle responsable de tu disfrute. Verás que lo toma bien y acepta ese rol. Tu control sobre él, te sorprenderá, es de pronto total. Sin cueros ni látigos, con amor, pero con firmeza, tu marido vive para ti. En toda la relación entre vosotros dos, tu personalidad, tus necesidades, tu bienestar, deben ser el más preciado bien y la responsabilidad absoluta de tu marido. Como debe ser.
En otras palabras, progresa en tu dominación, ponte más y más exigente, más dura, más severa, yo diría incluso más injusta y arbitraria. Empieza a acostumbrarle a que ya no cumples tus promesas (cuidado, estoy hablando de todo lo que pasa en los momentos de intimidad, no en otros aspectos de la vida diaria). Acostúmbrale a recibir castigos fuertes (azotainas) sin que haya una razón, porque te gusta, te hace gracia o te excita. No temas, ni por un momento, que se resienta por este tratamiento: en esta etapa, con un orgasmo a la espera (y que cree inminente), te sorprenderá ver lo bien que se toma tus caprichos. Enséñale una obediencia ciega, inmediata y sin cuestionamientos. Ordénale cosas fuertes, y veras cómo obedece: que se acostumbre a lamerte los pies (es muy bueno practicar: camina descalza y preséntale tus pies sucios para que los limpie. Eso hará que, de un juego erótico “normal”, pase a una etapa de humillación, obediencia y mayor sometimiento). Que te masajee, te seque cuando sales del baño, te ayude con la ropa, que se convierta en un valet perfecto. Acostúmbrale a servirte en la vida diaria: que te alcance cosas, dale ordenes “reales”. Desentiéndete de los detalles: que él se ocupe de comprarte cosas o de llevar y traer pequeñas cosas que te hagan la vida mas agradable.
Esta introducción de cosas “no específicamente sexuales” le ayudará a comprender que su sometimiento no es sólo un juego de alcoba. Avanza: en la cama, tras unos días sin orgasmo, bésale, acaríciale y agárrale la picha en la mano: dile que quieres que te haga muy feliz. Cuéntale que necesitas que te prometa algo: que no solo en el dormitorio, sino en toda la vida de pareja, no quieres que te contradiga nunca mas.
Quieres que diga: “sí, mi diosa”, o lo que corresponda según quien esté presente, pero siempre “sí”. Creeme, verás que la picha no miente: sentirás que se le endurece ante tu demanda de obediencia. Has llevado a tu marido a un estado en que lo que mas desea es reverenciarte, obedecerte, servirte; te corresponde educarle. Como te decía, hazle verbalizarlo: que él mismo construya la frase en que te promete que siempre, de aquí en adelante, te dirá que sí, que nunca te contradecirá. Y esto referido a todo lo que se refiera a vuestra vida personal.
Aunque después olvide su promesa a veces, ya te ocuparás de recordársela, con tu mano acariciante reforzando el mensaje implícito: obedéceme y me harás feliz, que es lo que más deseas. No quiero, no me gusta que me contradigas. Las palabras mas dulces que puedes brindarme son: “Sí, querida, lo que tú digas”. La obligación de no contradecirte nunca y de respetarte escrupulosamente en publico (además de la obediencia total y el servicio en privado), constituyen la práctica mas importante para mantener la relación de dominación viva y “latente” en todos los momentos, que son muchos, en que no puedes someterle explícitamente. De aquí en adelante, exígele el “sí querida”, siempre. Debe prometerlo.
Decide si, tras obtener esta promesa tan importante, le permites o no un orgasmo (que es lo que estaba esperando). Mi sugerencia es que más bien hagas que te lo proporcione él, y después, mimosa, le digas que estás muy cansada y le dejes con los mitones puestos. La promesa y tus caricias le habrán excitado mucho y no querrás correr riesgos de indisciplina.
Llegamos a un asunto muy importante: tu marido no ha llegado en las ultimas 24 ó 48 horas, le has excitado como nunca, le has obligado a servir tu cuerpo, has concentrado su mente en ti, su esposa, el centro de su universo. Es perfectamente natural que estés preocupada por su comportamiento en las horas que pasa lejos de ti, fuera de tu control directo. Provócale, dile que entiendes que, tras atenderte tan bien y pasar estas dos noches sin eyacular, debe estar muy excitado y con ganas. Fuerza la conversación, y logra que te lo diga, que confiese que lo está.
Te puedo asegurar que después de 24 horas de este tratamiento (para no hablar de 48), lo único en que piensa tu marido es en el sexo. Dile que te preocupa que pueda, en ese estado, tener fantasías con otras mujeres, o que pueda masturbarse. Sé directa: dile que no puede masturbarse más. Tienes que manifestarle que comprendes su estado. Acompaña esto con besos, caricias explicitas (que acrecentaran su excitación y al mismo tiempo su dependencia de ti y de tu mano), y mucha comprensión. Pero manifiéstale firmemente que tienes dudas por su posible debilidad y, por lo tanto, vas a tener que obligarle a usar un cinturón de castidad de algún tipo. Persevera en esta idea. Explícale que es una necesidad para que ambos estéis tranquilos. Menciona el asunto las veces que consideres necesario y, cuando te parezca, hazlo realmente.
Tengo muy en cuenta que a ti, que has llegado a esta etapa y estas disfrutando enormemente el poder recién adquirido, te puede parecer aún extraño, fuera de lugar hacer que tu esposo use un cinturón de castidad. Pensarás que él no lo va a aceptar, o que es excesivo. Pero la castidad a largo plazo de tu marido es algo que os proporcionará una enorme felicidad a ambos. Más aun, a esta altura tú deseas (aunque te tengas dudas) imponerle ese cinturón. Por último, y definitivo, verás que también él desea que se lo pongas. Tienes que enfrentar la realidad: si tu marido y tú no pasáis por esta etapa, él buscará alivio masturbándose. Pasada una cierta etapa de novedad, hará lo que hacen todos los hombres cuando están excitados: llegar, sin que les importen las consecuencias.
Si tienes dudas sobre la posibilidad de que él sea diferente, haz la siguiente prueba: mantenle sin llegar solamente 3 o 4 días y, después, en la cama (tras llegar tú), bésale, provócale y dile que le dejas tocarse, masturbarse mientras os acariciáis, pero no acabar. Déjale un rato, déjale rogarte, humíllale, excítale, usa todas tus artes. Déjale avanzar y oblígale a retroceder. Después, tócale tú, con la mano o con la boca, y “distráete”. Estoy segura de que, con cualquier pretexto, tu hombre llegará. Después, pedirá perdón, explicará, dirá que le parecía que le autorizaste. Pero acabó sin permiso. Debes convencerte: después de uno o dos días, todos buscan eyacular, y lo harán si no les controlas real y físicamente. Lo hará a escondidas.
Por último, y para que tomes esta decisión que puede resultarte difícil, quiero añadir un argumento muy convincente: pregúntale a tu marido. Después de todo, es el quien usará la prenda. Te sorprenderá ver que el la acepta y, es más, la desea. Comienza por preguntarle, franca y directamente, si se ha masturbado alguna vez durante las ultimas semanas. Mírale a los ojos. Probablemente, para tu sorpresa, te confiese que lo ha hecho. Acumulará explicaciones, pero el hecho es que te fue infiel con su propia mano. Pregúntale después si le parece bien lo que te ha hecho, si esta contento con ese estado de cosas. Pregúntale cómo se siente habiéndote desobedecido en un asunto tan importante. Hazle ver que, si llegó, no te puede servir con igual efectividad. Dile (es la pura verdad) que te sientes bien atendida cuando hace tiempo que no llega, que te gusta que tenga la picha dura y sea obediente y servicial contigo. Que te excita que esté muy caliente. Que, perversamente, te complace que el desee y tú goces. En cambio, si descargó tiene menos energía para atenderte, y tú lo percibes.
Seguramente, estará avergonzado y deseoso de satisfacerte, pero no puede remediar sus ganas de llegar pasado cierto tiempo. Es mas fuerte que el: todos los hombres funcionan así. Aceptó los mitones y –por fuerza– tuvo que controlarse durante la noche, pero en la oficina, durante el día, se masturbó y te engañó.
Por ultimo, y esto es clave, pregúntale si quiere que le ayudes a controlarse. Dile que quieres y puedes ayudarle a servirte y a atenderte como tú te mereces, y como él puede cuando dispone de toda su energía para ti. Explícale que eres una mujer, que necesitas su miembro lo mas disponible y duro que sea posible, siempre dispuesto a atenderte. Y que sabes que puede costarle más o menos tenerla dura, según la edad, pero que él puede y debe contribuir privándose de llegar. Es muy simple: si a los problemas de la edad, se le suma la masturbación, no estará en condiciones de servir a su mujer. ¿Quiere sentirse incapaz? Tú debes ser cariñosa, y comprensiva con lo que no se puede controlar –tu marido no es un chico de 20 años–, pero completamente intolerante con sus vicios, que te privan de su miembro en el mejor estado posible.
Y muéstrale que conoces todos sus secretos. Dile que, si se masturba, no puede mantener la rigidez que necesitas para disfrutar como te mereces. No puede satisfacerte ni mental ni físicamente como tú quieres. A los hombres les preocupa mucho no poder satisfacer a su compañera, y en el estado actual de tu relación, a tu esposo esto le resultará esencial.
Tras esto, pregúntale si quiere que le controles con un cinturón, que le ayudes a ser un mejor marido. Cuando te diga que sí, bésale, acaríciale, excítale, y dile que le vas a ayudar para que ambos tengáis lo que queréis: un matrimonio feliz, una esposa satisfecha y un marido obediente. Por ultimo, dile que te pida explícitamente que te encargues de su castidad. Debe decirlo y pedírtelo verbalmente y con claridad.
Una nota sobre la “estimulación permanente del hombre”: la imposición de no llegar, unida a las caricias apropiadas, me permite gozar de mi hombre semierecto cuando quiero tenerle en ese estado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, como te decía al principio, un hombre de mas de 30 (y ni que decir de los de 40 ó 50) no tiene la posibilidad de hacernos el amor siempre que nosotras queramos. Hay veces en que, por razones psicológicas o fisiológicas, querríamos que nos penetre, pero no puede. Es normal. Nuestra contribución al buen manejo de su órgano consiste en caricias leves, discontinuas y que eviten el excesivo rozamiento que lo haga mecánico. Por eso te comentaba al principio que los hombres tienden a acortar los juegos previos, penetrarnos y acabar. Claro, antes de someterse a este entrenamiento.
Por otra parte, hay que hacerse a la idea de que en el nivel de profundidad erótica en que te estás introduciendo, tendrás ganas de llegar o disfrutar con él con mucha frecuencia, y tu hombre no podrá satisfacerte con su órgano por las razones comentadas (a menos que estéis en la veintena o a comienzos de la treintena), y también para evitar que el llegue mas de lo conveniente. Te puedo contar mi experiencia: llego por penetración de mi marido sólo de vez en cuando. Nuestro juego previo es muy largo y satisfactorio, y hago que me lleve al orgasmo de distintas maneras (su lengua se ha adiestrado magníficamente, sus dedos, vibradores, etc.). Dejo para “su día” la penetración (aunque a veces si le noto muy rígido, me doy el sofisticado gusto de que me penetre y me lleve al orgasmo sin permitirle llegar). En esos casos, hay que ser muy clara: darle la orden verbal y clara de que te penetra para tu goce, pero que no le esta permitido eyacular. No es bueno que te penetre sin una clara orden de si puede o no llegar.
Su primer cinturón de castidad
Su primer cinturón de castidad, lo harás tú. Comienza con un slip de piscina (malla de baño). Seguramente, estará diseñado para ajustarse a la altura de la cintura con un cordón. Si el espacio para ese cordón lo permite, reemplaza el cordón por un cinturón delgado de cuero. Una vez ajustado, este cinturón puede mantenerse en su lugar con un pequeño candadito, pasado a través del agujero del cinturón a la hebilla del mismo. Si no hay lugar para el cinturón, cose hebillas alrededor de la cintura y desliza el cinturón con hebilla que hayas elegido, cerrándolo como indicamos. Por supuesto, este cinturón de castidad no es muy efectivo, es más simbólico que real.
Aún si puede extraer su órgano por el costado (para orinar o si quieres acariciarle), ya estarás tranquila: al poseer la llave, le será imposible andar por ahí con alguna secretaria que le dé lo que tú le estás racionando. Nunca en tu vida de casada tuviste tanto control. Con respecto a la otra necesidad, mientras esté en casa sin el cinturón, no habrá problema, y puedes recortar un agujero en la zona del ano y que haga sus necesidades con cuidado.
Juega por un tiempo con este primer cinturón de castidad. Sesiones de unas horas o unos días para usarlo de seguido. Explícale a tu marido cuánto te excita esta situación; pregúntale si piensa en ti cuando no estáis juntos; dile que comprendes sus incomodidades, pero que te esta proporcionando un gran placer y que estás feliz. Cuando puedas, lejos del dormitorio, bésale, acaríciale y hazle saber que el solo hecho de que permanezca casto te excita. Haz que, gradualmente, este instrumento se convierta en su mente en un accesorio indispensable en sus periodos de dominación/castidad, que asocie tu felicidad, tus besos, tus caricias y tus orgasmos a su castidad. Y ocúpate de que paulatinamente se incremente la duración de los periodos de castidad.
Un cinturón de castidad de verdad
Este cinturón de castidad no es muy efectivo. Hasta puede que tu marido haya encontrado la manera (incómoda, pero factible) de aliviarse furtivamente y a escondidas. Vigila su disposición a obedecerte para darte cuenta. La masturbación es el enemigo de este proyecto.
Tienes que empezar a introducir la idea de que necesita algo más efectivo para el control de sus urgencias. Dile que vas a buscar cómo y dónde conseguir un cinturón de castidad de verdad. Y cuando la idea empiece a instalarse, coméntale que has leído, en una revista o en Internet, que la cuestión no resulta extraña, que hay cinturones de castidad para hombres. Consigue que se involucre en la indagación, pídele que busque en Internet (el mejor lugar es www.Altarboy.com). Que te ayude a averiguar dónde se puede conseguir y comprar un cinturón de castidad. No apures las cosas más de lo conveniente, pero vuelve al tema sistemáticamente en vuestras conversaciones.
Una vez que el asunto esté maduro, y hayas elegido el tipo de cinturón que quieras (mas adelante incluyo consejos al respecto), da el siguiente paso e involucra a tu marido, no solo en la decisión sino también en la compra del cinturón. Si la idea del auténtico cinturón de castidad te parece extrema, posponla por ahora, pero entonces utiliza los mitones y el slip con candadito.
De acuerdo, hay muchas posibilidades de que instalarle el cinturón a tu marido te resulte muy fuerte. Aunque te llegará a atraer la idea y tu marido la aceptará de buen grado para controlar sus impulsos. Como de alguna forma hay que controlarle, existe como variante lihgt: el condón de cuero.
Es una alternativa que he usado con mucho éxito, porque es cómoda y porque evita parte del trabajo del slip. Los condones de cuero son un muy buen sustituto del autentico cinturón de castidad, y cumplen prácticamente la misma función. Se compran en los sex-shop y son de cuero bastante grueso, con la forma del pene y, generalmente, con una bolsita para los testículos. Traen una hebilla en la que se le pone el candado. Haz que tu marido lo compre y ponle tú el candadito.
Si es completo, córtale la punta para que pueda orinar (los modelos completos los hacen para juegos de corta duración, y tú lo estarías adaptando al uso de cinturón). Al ser de cuero grueso, pero flexible, impide la masturbación, pero es fácil de esconder ante terceros, permite las funciones corporales, no es incómodo, en los viajes permite pasar por los controles de aeropuerto, etc. Si no encuentras un condón de cuero, puedes hacerlo, siempre que sea con una tela gruesa que impida el roce y la masturbación. Tiene además la ventaja de que si se va de viaje, le puedes mandar controlado con su cinturón. Si hubiera una emergencia medica, puede cortarlo con una tijera y… justificarte el haber tenido que hacerlo (¡y mejor que sea convincente!). La presencia del cinturón, incluso en alguna de estas variantes mas tolerables, tiene las siguientes funciones fundamentales: impide que se masturbe, garantizando el “buen servicio”, la buena disposición para atenderte y ese amor del que ya una no puede ni quiere prescindir. Y además, hace que tu esposo sienta todo el día tu presencia. Eso refuerza el control. No hay manera de que se olvide de ti: porque piensa en ti, te desea y sabe que la llave la tienes tú. Por unas horas, o si viaja por unos días, que lleve puesto el cinturón.
Creo que incluso varios meses de condón de cuero imponen un control muy efectivo, y pueden convertirse en el paso previo a un cinturón de castidad metálico. Y si encuentras que tu grado de control es suficiente, puedes dejarlo como instrumento permanente. O cambiarlo por las noches por los mitones. Pero recuerda que te va a hacer trampa, que no podrá contenerse si no tomas alguna medida. Si todavía tienes dudas, puedes preguntarle y lograras fácilmente una confirmación anticipada. Tu marido quiere serte fiel, pero no puede si no le ayudas. Pregúntale si acepta esa ayuda para controlarse y atenderte mejor, y comprobarás que acepta tu ayuda. La velocidad con que progreséis hasta un auténtico cinturón, o uno de cuero, depende de las características de cada pareja. Pero debes convencerte de que, de aquí en adelante, resulta necesario un aparato durante un numero de horas o días en su vida para reforzar tu presencia y tu control.
En este punto termina tu viaje de introducción. Ha llegado el momento de beneficiarse y disfrutar de todo el trabajo que has hecho. Tu principal herramienta ahora es la imaginación. Para cultivarla, en los próximos apartados te presentaré algunas ideas y sugerencias sobre los comportamientos de ambos, y sobre algunos juegos que añadirán interés y diversión a la relación marital.
Y una ultima nota sobre los cinturones y el control de tu marido: quizá aún te resulte difícil ponerle un auténtico cinturón de castidad. No te fuerces, ni le fuerces. Pero al mismo tiempo te reitero que debes controlar explícitamente a tu marido. Todos los hombres, dejados a su voluntad, terminan “aflojando” y ceden al alivio más fácil que se proporcionan a sí mismos. Por más ganas y voluntad que tengan para cumplir, es mas fuerte que ellos, y la pérdida de tensión arruina el proyecto. Si en esta etapa te resulta muy difícil, establece algún punto intermedio de los que te he comentado: mitones, slip, o el condón de cuero, que es un excelente paso previo al cinturón de castidad de verdad. Hazlo poco a poco, incrementando la duración: empieza por un rato, pasa a unas horas y, después, a unos días; pero no dejes de hacerlo. Tu marido y tú notaréis de inmediato como crece su obediencia y vuestra felicidad conyugal.
Antes de empezar, quiero decirte: ya estás, estáis los dos embarcados en el camino hacia una relación estimulante, divertida, mejor y más excitante que la que teníais. Debes ser consciente de que ahora tu marido depende de ti más que antes: tu exigencia para pedirle que se esfuerce por ti es imprescindible. Si te desinteresas del proyecto, perderá motivación. Él puede y quiere ofrendarte su castidad, pero tienes que pedírselo, y la mejor manera es mantener el interés, no perder intensidad.
IV. La relación cotidiana y los comportamientos de cada uno
Tu comportamiento y el de tu marido deben reflejar diariamente la situación completamente desigual que se ha establecido entre ambos. Desde la simple pero completa obediencia, hasta otros comportamientos específicos que debes imponerle. Pero también hay comportamientos que tendrás que imponerte a ti misma.
Un pequeño recordatorio (quizá molesto por la reiteración): todo lo que sigue es concebible y posible de realizar sólo en la medida en que tu relación haya alcanzado un alto nivel de obediencia por parte de tu marido, y de dominación por la tuya. Y es condición para ello que su castidad se prolongue durante varios días y esté garantizado su cumplimiento. Durante todo el proceso, quizá te sientas inclinada a realizar alguna de las cosas que sugiero de una forma más light. O quizá alguna no te guste de ninguna manera. Esto no es importante: haz lo que te apetezca; lo importante, y la clave, es mantener y acrecentar el control sobre tu marido.
La creciente castidad de tu esposo debe ser gradual: empezando por unos días. Yo llego hasta un mes, y he comprobado que lo soporta bien. Tras dos o tres días, se genera un estado mental centrado en servir, una sensualidad y una excitación a la hora de satisfacerte que no sólo incluye la sexualidad, sino que responde incluso a tus deseos más caprichosos y mínimos. Debes reforzar este estado con exigencias permanentes. Si te gusta, convierte en regla que te masajee sensualmente todos los días, aunque no tengas ganas de que siempre te lleve al orgasmo. Cuando quieras tenerlo, es tu privilegio. Instrúyele en el uso de vibradores como mas te guste y, si te excita, provócale con el mismo vibrador. A los hombres les encanta que se les aplique en la base del glande.
Comprenderás, a los pocos días, que la relación sexual se ha transformado radicalmente: ahora, el “juego previo” puede prolongarse durante horas. Ya no es un paso previo antes del acto, es un tributo que tu marido te hace una o mas veces por día. Empecemos, pues, por las recomendaciones referidas a él.
Su comportamiento
Las mujeres se quejan a menudo de falta de cortesía, atención y dedicación por parte de su marido. Tienes una oportunidad única de hacerle re-aprender viejas lecciones que quizá ha olvidado. Exígele, en todas las circunstancias, privadas o publicas, la más extrema galantería hacia ti. Siempre dejándote pasar primero, abriendo la puerta del coche para ti, moviendo la silla de la mesa cuando te sientas o terminas de comer. Nunca debe interrumpirte, sea la conversación entre vosotros o en presencia de otros. No debe alzarte la voz, ni leer el periódico cuando te acompaña en el desayuno, apresurarse a hacerte compañía aunque sospeches que hubiera preferido quedarse frente al televisor. Traerte flores, etc. Esta re-educación, déjame decirte, te vendrá bien incluso si deciden salir por un tiempo de la situación de sumiso-dominante (estas “salidas” temporales las comento mas adelante como una variante).
Aparte de nociones básicas de educación, que no tienen que ver específicamente con la relación de sumisión, debes imponer ciertas obligaciones a tu marido para que su dependencia psicológica de ti (pieza clave) se mantenga e incremente. Esto se hace a través de comportamientos que deberá asumir y de cosas que hará para ti. Así será más consciente, permanentemente, del lugar que ocupa, de la necesidad de la obediencia y el servicio.
Veamos algunas posibilidades:
— Excepto en presencia de los chicos o de amigos, debe dirigirse a ti como Señora, Ama, Majestad, Mi Reina, Diosa, Mi Dueña o el nombre que a ti te guste. Debe ser una palabra distinta de la que usualmente usaba, y que denote respeto y distancia. Quizá esto te parezca pueril, algo ridículo; pero no te equivoques, es más importante de lo que piensas. Los hombres tienen un gran respeto por las palabras, porque se van introduciendo en todos los niveles de su conciencia.
Lo que se dice acaba convirtiéndose en la realidad. Con el tiempo, si exiges este tratamiento, observarás que cambiará la manera de tratarte, el respeto en general y su comportamiento hacia ti. Acostúmbrale y exígele que use tu título.
— Cuando llegas a tu casa, o os reencontráis después del día de trabajo, o él llega y te encuentra, inmediatamente debe venir a recibirte o saludarte. Debe darte la bienvenida (de rodillas si te gusta) en los términos mas respetuosos, con el titulo que le has indicado que use para dirigirse a ti. Nuevamente: si en algún momento deciden “salir por unos días” de la relación de sumisión, verás que este periodo le ha enseñado a no estar con la cabeza metida en sus libros, revistas o viendo el fútbol en la televisión. Tu llegada debe ser una fiesta para él. Inspírate en la alegría que manifiesta el perro cuando llega su amo después de horas sin verle. Exígele que manifieste alegría y respeto en el reencuentro de cada día. Cuando estéis con amigos, comprobarás que este entrenamiento logrará que hábitos que quizá te molestaban hayan desaparecido, y que tu marido se interese de verdad por lo que dices.
— Debes definir la relación que le permitirás tener con tu cuerpo. Por ejemplo, podrías prohibirle completamente que te toque sin tu permiso. Yo personalmente, no encuentro eso nada satisfactorio. Mi esposo tiene permiso permanente para besar mi mano en publico (es delicioso: luce anticuado y raro), mientras que otras caricias o contactos están prohibidos. Debe pedirme permiso y, dependiendo de mi capricho, puedo concederle el privilegio, negárselo o incluso castigarle por preguntar y molestarme (como los castigos que le propino son serios, y no juegos, realmente los teme; el tono de preocupación con que lo pide es delicioso). ¡Oh, qué milagro!, nuevamente como cuando éramos novios o recién casados, tiene un deseo permanente e insaciable de besarme o tocarme. Parece que no puede quitarme las manos de encima, ¡porque teme que la oportunidad no dure! La denegación tiene, definitivamente, sus ventajas; la privación del orgasmo le lleva a poner mucha intensidad en cualquier mínimo contacto físico, sea del tipo que sea. De manera que, ahora, tocarme es un privilegio que le concedo. Pequeños contactos físicos antes imperceptibles, se tornan premios de enorme valor para él. Con esos permisos o negativas a los contactos “livianos” le controlamos totalmente y su devoción se incrementa.
— Cuando estáis juntos en una habitación, debe estar a tus pies o en donde le indiques. Te recomiendo que, cuando estés viendo la televisión, navegando por Internet u hojeando una revista, le hagas ponerse de espaldas a la pantalla. Su único entretenimiento tienes que ser tú. Debe concentrarse en ti. Desde luego, tiene que abandonar cualquier cosa que estuviera haciendo para acudir a tu llamada. Te sorprenderá ver que cosas que parecían totalmente imposibles, ahora dependen de una simple decisión tuya.
— Nunca debe comer en las mismas condiciones que tú, cuando lo hagáis solos y en privado. Debe servirte (incluso si fuiste tú quien preparo la comida), y comer después de ti, como hace la servidumbre, y en diferentes condiciones a las tuyas. Esto tiene valor simbólico: le harás comer en la cocina si tú lo hiciste en el comedor, o con la mano (es muy erótico hacerle comer así y contemplar como se avergüenza al contrariar todos los hábitos de su educación porque tú se lo ordenaste).
— Debe acostumbrarse a prepararte el baño. Te recomiendo que no le dejes verte desnuda, así que, una vez preparado el baño, debe salir fuera. O, si le demandaras otros servicios, ponle una simple venda en los ojos. Vendado, se volverá loco de deseo por poder ver lo que se le niega: tu cuerpo. Ordénale que te dé un relajante masaje corporal, con especial detalle en el cuello y las piernas. Vendado se concentrara mas. Prohíbele que se frote contigo o, si te gusta, déjale. Pero que quede claro que el control es tuyo. Haz que te traiga el desayuno a la cama cuando se pueda hacer.
— Indícale que, desde ahora, existe el estado de “en disposición”. Significa que cuando tú quieras estar sola, y se lo digas, él puede hacer lo que quiera (ver la tele, leer, estar en el PC, etc.), pero debe estar completamente alerta y listo para acudir a servirte, dejando lo que esté haciendo inmediatamente.
— Le están totalmente prohibidas las siguientes cosas (bajo amenaza de castigo inmediato y severo. Recuerda que tu credibilidad está en juego: no puede empezar a faltarte al respeto considerándote “una buena chica”):
· No puede interrumpirte cuando estés hablando por ningún motivo, en privado o en publico.
· No puede contradecirte en privado o en publico. Aunque estés equivocada. Esto es falta grave. Siempre debe darte la razón y, aun más, tienes indicarle que debe mostrarse admirado de lo que dices. “Si, querida” debe ser su apostilla habitual.
· No puede desobedecer tus deseos. Todos tus deseos, de cualquier tipo, en cualquier situación, son sus ordenes. Debe obedecer desde lo mas trivial hasta lo mas complejo.
· No puede obedecer formalmente pero con “mala cara”. Debe mostrar entusiasmo para cumplir sus tareas. Solo tú serás la juez que decida si lo hizo bien y con un ánimo que te pareció suficiente.
· No puede iniciar cualquier acción sin pedirte permiso: como salir fuera, fumar, ver la televisión, leer, ir al baño, jugar con el ordenador, abrir el correo, hacer llamadas telefónicas, etc. Cuando estéis solos, o cuando tú se lo indiques, debe estar a tu sola y completa disposición, a la espera de tus ordenes. Esto es particularmente aplicable durante la noche si hay niños en la casa. Cuando la casa está tranquila, debe regir tu control absoluto. Prueba su obediencia con frecuencia: déjale con la orden de esperarte y, si le sorprendes haciendo cosas sin permiso, recrimínaselo y haz que se disculpe de rodillas; después, castígale. Muy importante: dedícate a definir sus derechos para cuando estéis en publico, con modificaciones para los distintos casos (hijos, familiares, amigos, extraños). Por ejemplo, puedes imponerle que, si os visitan amigos, te pida permiso antes de sentarse, empezar a comer, o fumar.
· Establece que, delante de amigos, debe hacerte por lo menos dos cumplidos lindos. Decir que te ama, que se siente muy unido y atraído por ti y que depende de ti. Es muy raro que un hombre haga esto en publico, así que no te prives de este placer que probablemente es nuevo para ti.
De acuerdo con mi experiencia, te recomiendo que evites incorporar elementos de la vida diaria a la lista de obligaciones que debe cumplir y que pueden acarrearle castigos si no lo hace. Resulta claramente preferible que todo lo que le pidas esté específicamente relacionado con la relación de sumisión que estáis viviendo. Por ejemplo, no debes exigirle cosas relativas a su trabajo, que arregle el automóvil, que haga tal o cual tratamiento medico, o que haga venir al plomero. Concéntrate en tareas que te gratifiquen personalmente, aunque sea indirectamente.
Como regla general, cuando la situación lo permite, debes habituarle a no dejarle nunca completamente libre en sus movimientos. Ponle los mitones, tenle atado. Esto es necesario para hacerle más dependiente de ti. Si le has encargado una tarea particular, o le has puesto a hacer algo, tenle con una cuerda que le permita moverse sólo lo necesario. Si tienes algo que hacer, o simplemente te vas a relajar, leer o cualquier otra actividad, y le vas a tener cerca, átale con una cuerda (no importa que sea muy fuerte, el hecho es simbólico y él no la forzará). Tenle cerca de ti o en otra habitación, pero atado y que no se sienta libre. Yo paso ratos muy agradables navegando por Internet, teniéndole atado con una cuerda de 2 metros del tobillo a mi silla. Debe estar en el suelo a mis pies.
Tu comportamiento
Sus obligaciones son pesadas, y son todas en tu beneficio. Pero tú también tienes algunas tareas. Debes saber que durante el tiempo que viváis de esta manera tendrás algunas ocupaciones (dirigidas a él), pero esos esfuerzos valdrán mil veces la pena. Así que aquí están los comportamientos que sugiero para que puedas seguir obteniendo su adoración y su obediencia:
— Mantén y aumenta tu femineidad: sé refinada, elegante, provocativa. Siempre subraya tu femineidad con tu vestimenta. Deben utilizarse todas las armas de la seducción: él es un esclavo del amor y hay que mantener esa situación. Zapatos de tacón alto, cinturones de cuero, bodies, medias de nylon. Todas las prendas que realzan tus encantos, y a las que ningún hombre puede resistirse. Se derriten con ellas. Maquíllate, peina tu pelo, cuando estéis en la casa no sólo cuando salís. Durante el día, tu apariencia debe ser razonablemente sexy (siempre debe excitarle verte), estricta (tú eres la que manda), sofisticada (debe adorarte). Al igual que la galantería para los hombres, estos comportamientos no son específicos de una relación de dominación, son aspectos que siempre conviene tener presentes.
— Sé diferente cada día: en tu apariencia, cambiando tu vestimenta, las joyas y adornos que usas, el calzado. Para los momentos de intimidad, no temas comprar alguna ropa de estilo dominante: el cuero ejerce un efecto tan devastador como un buen body de red.
— Mantén la distancia, pero sé cariñosa. Sé estricta, pero tierna; ponle en su lugar, pero atiende sus preocupaciones; sé desdeñosa y egoísta cuando quieras. En otras palabras: sé una mujer que le exija con su sola presencia. Nunca debe saber qué esperar de ti. Su incertidumbre reforzará su dependencia.
— Protege tus misterios: evita que te vea desnuda. No te vistas y desvistas delante de tu esposo (por cierto, esto debes hacerlo siempre, incluso fuera de los periodos de dominación). Haz que se de vuelta cuando te desnudes, ponle una venda cuando quieras estar desnuda. Le volverás loco de deseo. Verte alguna vez desnuda (cuando tú tengas ganas de mostrarte) será un privilegio que agradecerá. Las partes de tu cuerpo mas expuesta (tobillos, pies, manos) se convertirán en objetos de su adoración. Usa transparencias, o muéstrate como un gran regalo con alguna ropa interior. Este escamoteo de tu desnudez provoca efectos devastadores en los hombres.
— Se imaginativa. Crea nuevas situaciones, nuevos escenarios, nuevos requerimientos y exigencias. En publico y en privado. Cuando se pueda, tener relaciones intimas fuera de tu casa. Busca lugares distintos.
— Sé impredecible: castígale sin razones y sin aviso previo. Dile después que te pareció conveniente hacerlo. Sé arbitraria, no des explicaciones, sométele.
— Sé constante e inflexible en los requerimientos y en las órdenes. No dejes que haya cosas que se suavicen. Él lo notará, tu autoridad disminuirá y, muy importante, puede desanimarse. Los castigos deben aplicarse inmediatamente o tan pronto sea posible. Deben ser frecuentes, aunque tu marido obedezca. Debes encontrar oportunidades dos o tres veces por semana, o más. Cualquier motivo es valido. Los castigos son, después de la denegación del orgasmo, la más importante herramienta para la construcción de la relación de dominación. Deben ser siempre físicos (para que tu marido comprenda y aprenda que su cuerpo te pertenece por entero). El castigo debe ser real y creciente en su duración y severidad. No conseguirás realmente el objetivo hasta que no sientas que él teme de verdad tu reacción y teme el castigo. Hay que comprender nuevamente que esto, si bien se circunscribe al ámbito de tu relación de dominación, y no afecta otros aspectos de vuestra relación, debe formar parte de tu relación personal con él.
Como he mencionado, entre sus obligaciones se encuentra el servirte. Pero no te confundas: está bien que, si estáis solos, le vistas de criada, le pongas un delantal corto y el culo al aire, y le pongas a trabajar un rato si esto te gusta. Pero no cometas el error de convertirle en una criada de verdad. En otras palabras, debe servirte y atenderte en todos tus caprichos como parte de una relación entre ambos caracterizada por el juego sexual, pero el objetivo no es ponerle tareas de limpieza o cocina.
La servidumbre debe ser total dentro de lo que la tensión sexual implica, pero no fuera de ella. Sé que hay hombres que visitan a dóminas profesionales, para limpiarles la casa y la ropa (y además pagan por ello), pero por una parte son raros, y además no hacen esto todos los días. Recuerda que después de un día de trabajo, estará cansado, y más si debe atenderte por la noche, y debe convivir con la tensión permanente de su deseo insatisfecho (que no es un tema menor). Es decir, exígele todo tipo de tareas para servirte: sexuales, de atención a tu cuerpo, masajes, baños, pedicura etc. Además, proporciónale tareas añadidas de valor simbólico, que subrayen su servidumbre (servirte la comida, traerte una bebida, llevar algo a la cocina, etc.). También concédele ratos y días mas descansados. Esto es vital en el largo plazo, para no agotarle física y, sobre todo, mentalmente. No obstante, evita siempre el menor indicio de indisciplina: sé severa, castígale.
V. Las grandes preguntas: ¿qué clase de dominación?
A estas alturas del texto, probablemente te surgirán muchas preguntas. ¿Debe estar permanentemente sometido a ti? ¿Es la sumisión un sinónimo de humillación y degradación? ¿Cuál es el máximo periodo de castidad total? ¿Qué símbolos de sumisión convendría que llevara? ¿Qué tipo de relación debe mantenerse con terceros? ¿Cuáles son los limites razonables?
No puedo contestar estas preguntas. Depende de vuestros gustos, del concepto que tengáis de la pareja, de vuestros deseos y limites (de ambos, porque esta es una relación de dos, aunque uno domine al otro, y debe resultar placentera para ambos). Así que me limitaré a compartir mi experiencia, y a proporcionarte las respuestas que a mí me resultaron útiles. No tienen otro valor que los de la experiencia de un matrimonio que ha ido resolviendo las cosas sobre la marcha.
¿24/7?
¿24 horas, 7 días a la semana y 365 días al año? ¿Debe convertirse en tu siervo para siempre, sin interrupción? Cada una responderá de acuerdo a lo que considere. Mi respuesta ha sido “no”. Esa relación, basada en su castidad y sumisión, resulta difícil de manejar, para él y para ti. Bien conducida, la relación de dominación que estas construyendo, será muy satisfactoria para los años venideros, para ambas partes. Más de lo que una se imagina al principio. Para que funcione a largo plazo, es conveniente que la vida diaria y sus necesidades no se mezclen mucho con la relación personal de dominación. Están los trabajos de ambos, los problemas de nuestros padres, la salud, los conflictos de los hijos, los impuestos, facturas que pagar, artefactos de la casa que arreglar, el automóvil que no arranca, etc. Con todos esos asuntos que manejar, no resulta fácil mantener bajo control una relación tan fuerte y exigente para ambos como la que has comenzado con tu marido a partir de este cambio. Es posible por un tiempo limitado (por ejemplo en unas vacaciones), en el que uno se aísla de las cosas de la vida diaria y deja todo para después. Pero a medio plazo, la vida diaria te sobrepasará. Es demasiado compleja y plantea muchas cosas que atender.
Además, hay otra razón de peso para no mantenerla 24/7/365. ¿Acaso el riesgo de que se vuelva quizás aburrida o rutinaria? ¡Desde luego que no! Completamente seguro que no: encontrarás que esta relación, por el contrario, es un remedio seguro contra el aburrimiento, es una fuente inagotable de creatividad, excitación y renueva las ganas de vivir. No, esa otra razón se encuentra en el corazón de la relación que tienes con tu marido: cuando la interrumpas, te resultará horrible tener que volver a lo de antes. No podrás hacerlo. Unas pocas semanas de vivir dominando hacen extremadamente difícil volver a lo anterior. Así que corres el riesgo de no ser capaz de interrumpir, de gozar tanto con las cosas como están, disfrutando tanto de la nueva situación, viviendo tanto mejor, que no puedas cortar nunca. Pero mientras tanto, quizá tu marido sólo pueda aceptar la situación y disfrutarla mientras sea limitada en el tiempo, (aunque no sepa cuándo se interrumpirá ni cuánto durará). Es decir, que existe el riesgo de que no la acepte si se convierte en una relación 24/7/365. Esta es la razón por la que, en mi opinión, conviene cortar periódicamente.
Porque, te recuerdo, esto es básicamente un juego para darle sabor a la vida matrimonial. Por lo menos esa es mi visión del asunto. Además, para serte sincera, aterrizar de vez en cuando del “vuelo de felicidad” en que una vive no es fácil. Sin embargo, yo aprecio realmente la relación que tengo con mi marido cuando retoma su estatus como macho dominante. Incluso hemos experimentado con gran éxito unos periodos mas cortos de sumisión por mi parte. Esa faceta es encantadora, y he aprendido mucho sobre mí cuando me convierto en sumisa. Hasta emprender vuelo nuevamente. Porque encuentro que, básicamente, a mí me gusta ser dominante y a él someterse a mí. En mi experiencia personal, el año tiene un ciclo aproximado de 3 períodos: el periodo de castidad/sumisión de mi esposo, que dura de 3 a 4 meses, un período de sumisión por mi parte, que dura entre 1 y 2 meses (generalmente en dos partes, con un descanso de 1 a 2 semanas), y el resto del año, unos 6 ó 7 meses en los que nuestra relación vuelve a ser “normal”. No obstante, todo esto es muy personal; eres tú quien debe decidir lo que quieres hacer.
Sumisión: ¿humillación y degradación?
La definición de determinadas prácticas como humillantes o degradantes es esencialmente subjetiva: algunas mujeres rehúsan tener sexo anal porque lo encuentran humillante y degradante; otras gustan de ser filmadas en películas caseras pornográficas y se enorgullecen de ello. ¿Dónde situar el límite?
Humillar y degradar el cuerpo no implica necesariamente humillar y degradar el espíritu de tu compañero. Así que lo definitivo es el estado de ánimo con que tu compañero realiza las tareas encomendadas, lo que determinará si es o no humillante o degradante. O, mas importante, si la humillación/degradación, tan erótica, tiene una faceta que debe evitarse. Si eso se hace evidente, te darás cuenta y lo debes evitar para que no se arruine la relación (y me refiero a toda la relación, no sólo al juego). Mientras tu marido ejecute las tareas con amor, y tú te des cuenta de que todo va bien, seguir adelante. Humillarse, hacer actos que normalmente serían degradantes con el ser amado, es la más erótica de las ofrendas para quien la da y quien la recibe. Yo considero que llego bastante lejos en las cosas que requiero de él. Pero, en todas las circunstancias, mantengo mi admiración por mi marido. Admiro su habilidad para amarme sin límite cuando le domino. Durante los periodos “normales” simplemente le admiro como hombre.
Castidad: ¿cuánto debe durar?
Para decirte la verdad, no sé con precisión cuánto. He leído en Internet opiniones controvertidas. Algunos dicen que más de un mes puede traer consecuencias físicas. ¿Será verdad? Lo dudo; pero no me resulta fácil preguntarle a un médico. También hay información en Internet recomendando la posibilidad de sustituir la eyaculación por el masaje u “ordeño” de la próstata.
Se supone que es una técnica que evita el orgasmo y la eyaculación (manteniendo al macho caliente), pero permite evacuar el semen, y de esa manera que la glándula funcione bien. He tratado infructuosamente de seguir los consejos de esos artículos. No estoy muy segura en este asunto. Puedo, eso sí, trasladarte el fruto de mi experiencia personal. Los periodos de sumisión/castidad que impongo a mi marido se prolongan, como he dicho, de 3 a 4 meses. En general, empecé dejándole llegar una vez por semana, y fui extendiendo el período hasta llegar a una vez por mes. En todos los casos, sin dejarle saber con exactitud “cuándo”. Tal como te he dicho, a partir del segundo o tercer día, y mediando una actitud activa por mi parte (provocándole), he observado niveles de obediencia y deseo hacia mi de lo mas satisfactorios. A partir de la semana, no hay absolutamente nada que no haga por mí, y con gran placer, a lo sumo requirió de una leve caricia para “motivarle”, un beso profundo o una sonrisa sugestiva de su diosa. Es muy agradable para mi volver a casa y notar su disponibilidad y su ansiedad. Y su erección siempre está dispuesta. Al menos para nosotros, no ha habido problemas después de estos periodos de larga castidad. Pero reitero que la mejor política debe ser ir probando y extendiendo el período.
Durante los dos o tres días que tarda, después de eyacular, en volver a ser todo lo dócil y disciplinado que deseamos, su mente descansará. De todas formas, no dejes que tampoco disminuya tu autoridad en esos días. Vuélvete un poco esquiva, y evita algo el contacto esos dos o tres días, para que su deseo crezca rápidamente. No le apliques castigo en esos días, porque encontrarás mayor resistencia. Después de transcurridos, notarás que todo vuelve a la normalidad de tu dominación y el retornará a su obediencia habitual.
De manera que queda a tu criterio establecer la duración de la castidad de tu marido, y te reitero que esa duración sea algo que sólo tú conozcas lo que va a extenderse, que el no sepa a qué atenerse.
¿Usar símbolos de la sumisión?
Hay dos tipos de símbolos de la sumisión: externos y ocultos. Personalmente, no me gusta que mi marido lleve símbolos externos que puedan dificultarle la vida social y laboral. Pero insisto en que lleve símbolos ocultos, para reforzar su estatus de sometimiento hacia mi, y que esté presente en todo momento de su vida y en sus pensamientos.
Símbolos ocultos hay muchísimos, y el único límite es tu imaginación. El más importante es el cinturón de castidad, rígido o flexible, que tu marido usará para dar fe de su devoción permanente hacia ti, y para que seas tú quien controle la relación. Puedes hacer que, en la intimidad, tan pronto os quedéis solos, tenga que utilizar un collar de cuero para perros. Puedes usar también una correa para que camine a cuatro patas durante el tiempo que te parezca bien. Puedes hacerle usar un consolador anal, ni muy largo ni muy ancho, e ir a cenar afuera con tu marido “equipado” así; es un estimulante para ambos mucho mas fuerte que el mejor café.
Ahora llegamos a cuestiones mas íntimas y que plantean preguntas. ¿Tatuajes íntimos? Si bien colocarle un tatuaje a tu esclavo es tremendamente gratificante, tiene sus complicaciones: hay que ir a la playa, puede tener que ir al médico, etc. Hay una solución temporal: tatuajes de henna, que duran dos o tres semanas. Considérame conservadora, pero esa es la solución que yo he adoptado. En general, le gravo palabras fuertes tipo “propiedad de” u otras, y ya la visita al tatuador es toda una experiencia. Lo he hecho principalmente en alguna playa extranjera, lo que facilitó el trance del tatuaje. Con respecto a un tatuaje permanente, recomiendo que él de su aprobación, y quiero decir en un momento relajado, es decir, fuera de un periodo de dominación intenso.
¿Límites?
La regla básica, por supuesto, es no hacer nada que a alguno de los dos le resulte excesivo, o le desagrade, o sea peligroso. Sin embargo, no es un camino recto: hay cosas que a mí no me atraían, pero ante la insistencia de mi marido, y tras alguna consideración, las puse en practica con resultados por demás excitantes. Mi esposo me insistió mucho en que quería ser sometido por mí delante de una mujer. Por supuesto, dada nuestra mutua fidelidad (cuestión que no queremos cambiar), y considerando las realidades de semejante escena, la tercera persona debía ser una mujer. Un hombre sería demasiado humillante para tu marido, y la situación podría descontrolarse, con malas consecuencias. Aunque con dudas, accedí a probar, y resultó muy gratificante: contacté con una mujer dominante (no una profesional) que nos acompañó y presenció como sometía a mi marido a distintas pruebas de obediencia. Después, hice que él le prodigara un tratamiento que la dejó muy satisfecha.
Otra experiencia, que repetimos periódicamente, es contratar una masajista (mi marido se ocupó de buscar una chica de veintitantos años, rubia y de buen busto, como me gusta a mí, y una verdadera profesional), que se ocupa de hacerme pasar un buen rato y me provoca varios orgasmos. Esa, debes saberlo, es la fantasía numero uno de casi todos los hombres, y mi marido debió insistir para que me decidiera a hacerlo. Debo decirte que es de las cosas que una piensa “¡por qué no lo hice antes!”. Creeme, es de las cosas buenas de la vida de las que ninguna mujer debería privarse. Resulta delicioso tenerle atado a una silla, presenciando el largo masaje que me brinda nuestra amiga (dado no sólo con sus hábiles manos). Solo al final, ya saciada, le permito participar, y me luzco obligándole a hacer el perrito y homenajearnos a ambas. Creo que para la chica, terminar con su calzado y sus pies limpios con la saliva de mi marido es toda una experiencia.
Por el contrario, una experiencia que a mi me apetecía, y a mi marido no le gusta nada, es imponerle silencio. Ya he comentado que resulta muy erótico y educativo impedirle que sugiera ideas, por períodos de varias horas. Yo probé al principio prohibiéndole hablar durante algunas sesiones; después, progresé hasta ponerle una mordaza (cuidando de dejar su lengua con capacidad de trabajar). Disfruto enormemente sabiendo que el silencio impuesto se suma a su estado de obediencia.
A medida que progreses en la practica de dominar a tu marido, se hará importante lo que comenté sobre 24/7/365: interrumpir cada tanto y pasar períodos de normalidad. El riesgo, si no, es que gradualmente te pases en tus muestras de completo dominio y sea desagradable para el. Los periodos de normalidad permiten hablar los asuntos que puedan ser conflictivos, y retroceder ante limites que quizás has traspasado. Me refiero a que, poco a poco, irás encontrando cada vez mas fascinante dominarle y puedes pasar el delgado limite del juego. Después de unos meses de dominación “pesada y estricta”, tu marido necesita saber que cuenta con tu consideración y admiración. Tienes que dejar buenos espacios de tiempo para que eso le quede claro.
VI. Algunas ideas
Las ideas y sugerencias que siguen sólo tienen sentido cuando hayas alcanzado un estado avanzado de dominación y obediencia bajo el régimen de castidad de tu esposo. Con la progresión de esta relación puedes suavizar aquellas ideas que te atraigan, o hacerlas más estrictas cuando te parezca que es apropiado. Nuevamente: poco a poco se llega hasta limites eróticos insospechados. Cuando quieras darte cuenta tendrás a tu marido haciéndote nuevas cosas que te gratificarán enormemente y elevando la relación a un nuevo nivel.
Alimentos
El asunto de la comida ofrece un campo ilimitado para una relación de dominación. Algunas ideas que yo he puesto en practica con mi marido:
· Ocasionalmente, prívale de comida durante algún castigo, o como castigo. No le hará ningún mal perderse una comida, y soportar una pequeña crueldad adicional si le obligas a servirte esa comida, y si es una que le gusta, mejor. Yo le adaptado una mascara de ski, con una pequeña abertura adelante que le permite sorber líquidos con una pajita, pero al tener un candadito atrás, no le permite quitársela y comer. Así, le puedes dejar unas horas en casa sin necesidad de preocuparte. La única precaución es darle bebidas con suficiente azúcar para que no se debilite o le duela la cabeza.
· Átale a una silla, y hazle comer y beber como un niño pequeño.
· Hazle acuclillarse a tu lado mientras comes, y aliméntale como a un perro, con pedacitos de tu comida de vez en cuando. Mejor si le tienes con los ojos vendados. Aliméntale a ratos, “olvídate” por un tiempo de él, que no sepa cuándo llegará el nuevo alimento, porque así reforzarás su dependencia de ti. Una variante que te aconsejo es hacerle comer de un bowl en el suelo, a veces atándole las manos a la espalda.
· Aliméntale desde tu boca, pasándole comidas y bebidas directamente. ¡Muy erótico!
· Haz que una comida entera la haga desde tu cuerpo, que te chupe los dedos que hayas metido en alguna comida apropiada, o alguna crema o helado en tus pezones que deberá limpiar mientras se alimenta, o incluso frutillas o banana en tu sexo (previamente bien lavado).
· No te prives de esto: particularmente algo cremoso como chili, guacamole o algún queso derretido. Lo pones en un bowl en el suelo, sacas tus pies de la botas, zapatos o las sandalias que uses, los sumerges en el recipiente y él te los chupará para alimentarse. Para mi es un clásico: mi marido adora mis pies (muchos hombres adoran los pies femeninos). Dos o tres veces por semana, me doy el gusto de un baño de lengua entre mis dedos.
Una noche afuera con mi amiga
Una versión de esta práctica consiste en salir a cenar con una amiga y dejar a tu marido en casa atado a la cama. Una nota: si te resulta muy fuerte dejarle atado, usa los mitones y el slip, o los mitones y el condón de cuero si todavía no le tienes con cinturón de castidad. La clave es que esté físicamente controlado y pensando en ti durante esas horas. Otra variante que he ensayado es dejarle con los mitones, slip con candado y oliendo mis botas (¡nariz adentro!).
Esta situación genera un interés particular, porque crea sentimientos especiales no solo para él sino también para ti. Para él: un poco (¡o mucho!) de celos y la incertidumbre de volverte a ver. No sabrá qué puede pasar en varios aspectos… y si ve que te vas vestida en forma atractiva, su sentimiento de amor y dependencia hacia ti será increíble. Para ti: una sensación especial de poder; te estas yendo a pasar un buen rato, y tu hombre te espera desnudo, atado en tu casa, mientras tú disfrutas de un agradable asueto con tus amigas. Te aseguro, y creeme, que es muy excitante.
Una variante suave es la de irse al piso de abajo o a casa de alguna vecina, o incluso (muy suave) irse a otra habitación, pero sin darle detalles. Debe esperarte atado o con los mitones, y en actitud de devoción (adoración de tu calzado, o algo similar). También, irse un rato de la casa, aunque no hayas podido arreglar la cena descrita, pero dejándole con ese nivel de incertidumbre.
La versión más sofisticada consiste en tener la misma reunión con una o mas amigas en tu casa. Después de arreglar la casa, le colocas en un baño o cuarto pequeño, lo mas cerca posible de donde vaya a transcurrir la reunión, atado y amordazado. Si te atreves, deja la puerta abierta, para que oiga la conversación. Por supuesto llevarás la charla hacia temas sobre hombres. Esto te permitirá hacer todo tipo de observaciones con doble sentido, que serán muy placenteras para ti y también para él, aunque esté en esa situación. Es un juego muy divertido.
Fin de semana en el campo
Quizá tengáis una cabaña en una zona de montaña o un lago. En ese caso, las cosas son mas fáciles. Si no, trata de conseguir una prestada o procura alquilarla. ¡Aseguraros de que no vengan visitas! Arréglalo para pasar el fin de semana con tu marido. Quizá no sea muy sencillo de organizar, pero, si lo logras, te aseguro que valdrá la pena. Debes conseguir que no haya obligaciones durante el fin de semana.
La gran ventaja de esta experiencia es que se desarrolla en un ambiente distinto del habitual. Puedes hacer que te sirva las comidas, o el desayuno en la cama. Lo tendrás desnudo (si hay vecinos, con lo mínimo de ropa el tiempo imprescindible). Hay grados de obediencia que son posibles solamente cuando podéis pasar uno o dos días sin terceros: son muchas horas de servicio seguidas, y constituyen una experiencia nueva. Los dos lo recordaréis durante mucho tiempo.
En un restaurante o en las vacaciones
Ahora el se dirige a ti respetuosamente y por tu título en privado .Oblígale a que lo haga en publico (en ambientes fuera de lo habitual, donde no os conozcan), en restaurantes, hoteles o tiendas. Que te hable de esa forma delante de una dependienta o de un camarero. Por supuesto, buscará la manera de evitar responderte con tu titulo y con los formalismos que requieras, pero insiste y amenázale con castigarle por desobedecer.
Otra posibilidad es prohibirle hablar con nadie sin tu permiso. Resulta muy fuerte en un restaurante: no le está permitido hablar con el camarero aunque le pregunten algo. En un restaurante, puedes ordenar tú incluso sus platos: no le dejes elegir. Cuando el camarero le dé el menú, puedes cogerlo (atrévete) y decir algo como “no será necesario, yo elijo sus comidas”.
Noches temáticas, rituales, juegos
Puedes elegir temas para una noche, o para una temporada. Todo depende de tu imaginación. Algunos ejemplos de las infinitas posibilidades:
· Cúbrele los ojos durante noche completa, con una venda o una capucha.
· Prohíbele hablar ni una palabra durante 24 horas.
· Enséñale a darte las gracias cada vez que le castigues. Por otra parte, muéstrate tierna y comprensiva ante el castigo que le espera.
· Cuando tengas ganas, conviértele en tu sirvienta: que se vista como te guste, que te masajee, haga manicura o pedicura, te pinte las uñas, etc. Todo con una actitud muy respetuosa. Le he hecho pintarme las uñas de los pies y, después, si no me gusta, quitarme la pintura y rehacer el trabajo.
· Ponle a alabarte: que te ensalce durante un buen rato, como hacían en Oriente las esclavas con sus amas. Tú puedes, distraídamente, asentir o entretenerte con su ingenio. Prémiale (poco) si logra divertirte.
· Acostúmbrale a atenderte como a ti te guste: que te calce, te ayude en el baño, te sirva el desayuno los fines de semana, etc. Con el tiempo, le encantará servirte y tenerte como una reina, incluso en los pequeños detalles.
· “Noches de deseo desesperado”. Las llamo así porque son noches en que incremento el deseo de llegar de mi marido (frustrado) hasta límites casi intolerables. Nos sentamos en el sofá a ver una película porno (si es sobre dominación, mejor). El debe estar desnudo o con slip que permita tener fácil acceso a su miembro. A medida que la acción progrese, le haré darme un orgasmo como más me guste. Pero antes, durante y después, le toco, le fuerzo a mirar. Todo en nuestra relación trata de tenerle excitado, pero esto le vuelve loco por la intensidad. De hecho, de estas noches han surgido grandes avances: yo noto que él está ansioso y dispuesto a hacer literalmente cualquier cosa. Es tan excitante, y otorga tanto poder, que me he atrevido a hacer cosas que normalmente no hubiera hecho. Por ejemplo, fue en estas noches en las que por primera vez hice que me limpiara con la lengua tras orinar, o en las que me decidí a salir al jardín, ensuciarme los pies y obligarle a limpiármelos. En una de esas primeras noches fue cuando le comuniqué que iba a usar su primer condón de cuero (el forro semi-rígido de cuero que me permitió controlar sus orgasmos antes de ponerle el actual cinturón fijo). Estas noches en que nuestro deseo sube enormemente sirven para “traspasar fronteras”. Una vez comprobado que mi marido obedece con gusto, y que yo disfruto, quedan establecida estas actividades para los momentos más habituales.
Castigos
Tal como te dije, los castigos deben ser de verdad. Es la manera de que te tome en serio y desarrolle una total dependencia de tu voluntad. Debe sentir lo importante que es que tú estés contenta con él. Y esto se logra con el palo y la zanahoria, con los dos, como en todo proceso de educación. Así que debe temer realmente los castigos; no puedes aflojar en este asunto. Sólo los premios (o privarle de ellos) no garantizan la adecuada progresión en tu asunción del control. Retrasar su orgasmo, como único castigo, no será suficiente para lograr su obediencia.
Si ha desobedecido, se ha rebelado, o no ha hecho perfectamente algo que le hayas encargado, enfádate. Transforma la situación, porque no puede seguir todo igual. Si te resulta difícil, hazlo gradualmente, pero hazlo. Es también lo que él espera de ti. Y el proceso será beneficioso para los dos. Además, si no lo haces la construcción pierde seriedad. Hazlo a tu ritmo, pero hazlo. Te sugiero:
· Cumple siempre el castigo que hayas anunciado que le vas a propinar. De hecho, te recomiendo buscar cualquier excusa para castigarle, aún sin razón (“porque yo lo decidí” constituye una muy buena razón).
· Haz que te agradezca el castigo recibido. Ambos sabéis que es por su bien. Consigue que te pida que le castigues un poco más. De vez en cuando, pregúntale si considera que debe serlo, que se lo merece. El sabrá cuál es la respuesta correcta: siempre “si”.
· Varía sistemáticamente la naturaleza del castigo, el lugar dónde efectuarlo o la posición en la que se recibe. El castigo no se limita a una paliza: dormir en el suelo, quitarle una comida, encerrarle, ponerle en posición y meterle algo en el culo, etc.
· Dramatiza el castigo y escenifícalo; añade rituales y aspectos psicológicos: por ejemplo, ponle en posición de recibir su correctivo (atado o no, según tu gusto), y anúnciale que su castigo tendrá lugar en 10 minutos. Coloca un reloj delante de sus ojos. A veces, de todas formas, retrásate. Ponle a cuatro patas, y oblígale a pedirte con devoción que le des los azotes que se merece y a agradecértelos una vez que hayas terminado.
· Es muy recomendable imponerle una restricción especial durante su castigo o cuando realiza cualquier tarea que le impongas: prohíbele hacer cualquier sonido (queja o comentario) o que se mueva. Si desobedece, empezarás de nuevo. Este tipo de exigencias, arbitrarias y duras, resultan muy eróticas para ambos.
· Para crear oportunidades permanentes de castigo, que mejorarán tu grado de control y su obediencia, aplica el principio militar: una orden continúa vigente hasta que se dé la contraorden. Por ejemplo: si le ordenaste ponerse de rodillas para recibir su castigo, no por haber concluido puede cambiar de posición. Esta idea se puede extender indefinidamente y proporcionarte infinitos motivos para disciplinarle.
· Una nota importante: como te he dicho repetidamente, quiero y respeto enormemente a mi marido. Sin embargo, los castigos que pueden parecerte excesivos son necesarios y seguramente harán mucho bien a la relación. No olvides que todo esto se enmarca dentro de la “nueva relación” que estáis construyendo día a día. Propinarle su castigo severa y arbitrariamente no mengua el aprecio que le tienes, forma parte de la nueva vida que habéis decidido explorar. Dicho esto, te puedo asegurar que, además, ser un poco “bruja”, arbitraria y excesiva en los castigos, ayuda no sólo a mejorar su obediencia sino que puede aliviarte bastante en días en que estés de mal humor, cuando quieras descargarte y, de paso, continuar educando a tu sirviente. Venir del trabajo nerviosa, y encontrar algún motivo para someterle, me ha permitido cambiar mi humor: la irritabilidad se esfuma después de castigarle y obtener de él muestras de su anhelo por servirme.
Progresividad
De nuevo quiero remarcarte que no es razonable introducir de golpe todas las prácticas (las que te comento y las que se te ocurran a ti). Aun cuando todo progresa, cada caso es diferente, y las practicas deben resultar agradables para ti (y para él). Te sorprenderás al darte cuenta de que, con el paso de las semanas y los meses, evolucionaréis hasta el punto de que ciertas situaciones que hoy rechazas se irán convirtiendo en normales y deseadas por ambos. Todo progresa en ese sentido. No te apures, pero no cedas cuando tengas ganas de avanzar. La cuestión de “ir progresivamente” es vital para que tu marido acepte grados crecientes de obediencia, pero se aplica igualmente a lo que tú tengas ganas de hacer: verás que cada vez te volverás más exigente.
Otros aspectos
El bondage (ataduras) es un elemento importante, mejor dicho esencial, en la dominación de tu hombre: atarle significa privarle del principal elemento de su superioridad sobre ti: su fuerza física. El hombre sabe que puede poner término a cualquier situación de dominación. De manera que atarle es la única forma de ponerle en una situación de verdadera dependencia psicológica. Así que debes usar frecuentemente las ataduras. Tienes que aprender a atarle correctamente de forma que no pueda liberarse por sí solo. El aprendizaje llegará con la práctica; al principio, tendrás que cuidar los detalles, y después saldrá con facilidad.
Algunos consejos:
· Átale con algo cómodo. En principio, a la cama o a algo que le impida moverse.
· Es imperativo que no pueda deshacer lo que hiciste: presta más atención al atar sus manos.
· Una variante sencilla es usar esposas. Recomiendo las de cuero, pero si no las consigues (mándaselo a él), las de metal son la siguiente posibilidad.
· Para ver posiciones interesantes en las que atar a tu marido te recomiendo que recorras Internet (o mejor aun, que le encargues a él que lo haga y descargue las fotos adecuadas).
Mordazas
La idea de la mordaza es impedirle hablar e introducir otro elemento de restricción en su libertad que, como los demás, tú controlarás. Las mejores se compran en los sex-shops y consisten en una pelotita de goma con una cinta que permite atarla atrás de la nuca. Muy útiles y eróticas. También puedes hacerla tú misma. Es útil añadirle un candadito para evitar que se la quite. Otra manera de amordazarlo es con tus bragas (que te quitarás en ese momento): méteselas en la boca, y fíjalas con cinta plástica, o mejor aun con una media usada bien atada detrás de su nuca. Otra mordaza particularmente erótica es un anillo de plástico de tamaño adecuado, que se coloca en la boca detrás de los dientes y se fija a la nuca con cintas o cuerda. Tu marido no podrá cerrar la boca, pero sí podrá usar la lengua sobre tu cuerpo.
De todas formas, nunca le dejes solo cuando este amordazado, por el riesgo de asfixia, especialmente si le llenaste la boca con tu ropa. Se trata de utilizarla un corto periodo de tiempo y hacerle sentir tu control. Este riesgo prácticamente no existe con la mordaza de pelota o el anillo plásticos.
El arnés-consolador (strap-on)
Comienza con un dispositivo anal pequeño (anal-plug). Sácale a cenar con el plug puesto. Mantenlo períodos de una o dos horas. Después, puedes pasar a sesiones de sexo anal con tu marido. Aún si tenéis una aversión total hacia la homosexualidad, los hombres no consideran homosexual este tipo de sexo cuando lo efectúa una mujer. Compra el arnés-consolador en un sex-shop (o manda a tu marido a comprarlo). No te dejes tentar por los dobles, los que tienen un consolador para ti: son poco prácticos y difíciles de usar. Busca lo mas simple, que siempre funciona. Si tienes dificultades para conseguirlo, comienza aplicando manualmente un consolador a tu marido (empieza con tamaños regulares). Incluso puedes indicarle que se lo ponga el mismo, y tú te encargas de moverlo después. O puedes fijárselo con una cinta o cinturón, y hacer que te atienda con el consolador puesto. Por otra parte, para atenderte de esa forma, hay cinturones de castidad con dispositivo anal incluido.
El cinturón de castidad
Hay muchísimos tipos de cinturones. Después de buscar en diversos sitios de fabricantes, y en www.altarboy.com (un lugar de referencia para este tema en lo referente a testimonios, consejos y para la búsqueda de cinturones), te recomiendo que elijas entre Acces Denied (USA), Neosteel (Alemania) y Tollboy (Gran Bretaña). Yo elegí Neosteel y, como con los testimonios que recogí, estoy muy satisfecha, es muy efectivo y estético.
Tienes que tener en cuenta que son bastante caros y, al ser de metal, un inconveniente en los aeropuertos si tu marido viaja. En ese caso, recomiendo el condón de cuero para esos viajes, asegurándote de que no pueda abrirlo de ninguna manera, o el CB 2000, que siendo de plástico no presenta problemas en ese aspecto, aunque es más incomodo. Constituyen también variantes provisionales para los viajes.
Sobre la duración de su uso, si bien todos los fabricantes sostienen que puede ser utilizado de forma permanente, no es así. Es preferible quitárselo todas las noches, o cada 3 o 4 días. De esa manera, se maneja mejor la higiene y se previenen irritaciones y sensibilidades.
La cuestión de la seguridad tiene dos vertientes: la primera, impedir que tu marido pueda mantener una relación sexual, masturbarse o incluso tocarse. En este sentido, la seguridad del cinturón es verdaderamente absoluta. La segunda, la seguridad de él: si vas a ausentarte durante más de un día, debes organizarte de tal manera que pueda tener acceso a la llave por razones medicas o de otro tipo. Por supuesto, si tienes una gran amiga, en quien hayas confiado todo esto, puedes dejársela. Pero, como imagino que esto es secreto, queda la solución del sobre con tu firma. Deja la llave en un sobre firmado. Si tu marido tiene que abrir el cinturón, podrá hacerlo, y después, y por la cuenta que le tiene, que la justificación sea satisfactoria.
Conclusion: ¿y ahora qué?
Pues ahora, nada. Nada más, pero todo el camino por delante. Bueno, en realidad, sí: el placer derivado de estos juegos se renovará de sesión en sesión, y cada semana será distinto. Descubrirás nuevas ideas, nuevas variantes, leerás, verás en Internet, e irás aplicándolo para poner mas pimienta en esos momentos tan intensos.
Si has seguido el ritmo que aconsejo (meses de dominación intensa seguidos de periodos “normales”), no hay riesgo de caer en la monotonía y el aburrimiento. Los periodos de dominación y de descanso los fijaréis vosotros. De esta forma, los años transcurrirán al ritmo de estos periodos de inolvidable esplendor sexual. Lentamente, los dos os encontraréis deseando retornar a la más estricta dominación, porque vais aceptando la naturaleza básica de dominante y sumiso. No te prives, ni prives a tu marido, de explorar todo lo que te parezca explorable. Y a medida que pasen los años, irá creciendo la sensación y los recuerdos de la enorme cercanía que habrá iluminado vuestro matrimonio.
DominacionFemenina.net:
Publicamos este trabajo porque consideramos que bastantes de sus aportaciones o puntos de vista tienen interés para los lectores de esta revista. Sin embargo, hemos tenido nuestras dudas antes de hacerlo. Trataremos de explicar nuestras discrepancias fundamentales con este texto, que resumiremos en tres:
La primera se encuentra en la consideración de la dominación femenina como un juego que debiera ser utilizado temporalmente. Estamos de acuerdo en que el juego erótico es un componente importante para el enriquecimiento de cualquier relación de pareja; también, desde luego, de las de dominación. Sin embargo, se concibe desde la creencia de que pueden considerarse juegos casi todos los instrumentos y actividades que se utilizan entre los practicantes de la dominación femenina, pero no la dominación misma. Nos parece absolutamente respetable que haya quien considere la dominación femenina como un juego erótico, que se puede practicar ocasionalmente para enriquecer la sexualidad de una pareja, pero no es ese el criterio que ilumina estas páginas.
Nuestra opinión es que la dominación femenina es un estilo de vida, una forma de afrontar la relación de pareja que condiciona el conjunto de la vida de las dos partes que la integran. Esa relación podrá tener altibajos, incluso períodos de vacaciones o descanso, momentos para el juego o para el aburrimiento, lo que se quiera, pero en nuestra opinión todos esos momentos están condicionados por el dominio de la mujer y por la sumisión del hombre, más explícitamente o menos, con mayor o menor intensidad. Esta revista se dedica a las relaciones de dominación femenina y no, insistimos, a la dominación como un juego erótico pasajero. Así que nuestra opinión es clara: el espacio temporal de una auténtica relación de dominación femenina es 24/7, es decir, veinticuatro horas y siete días a la semana, aunque, como decimos, sepamos que la intensidad de esa relación oscilará según momentos, y nada que objetar a que la mujer decida conceder a su sumiso los períodos vacacionales o descansos, cortos o largos, que considere pertinentes para ella y para la buena marcha de la relación.
La segunda de nuestras discrepancias estriba en que, a veces, este texto parece un compendio de trabajos para la mujer que va a convertirse en la parte dominante de la relación. Muchas de sus propuestas pueden resultar apropiadas para bastantes mujeres, otras sólo las encontrarán útiles unas pocas. Pero el artículo parece, en ocasiones, un compendio de los deseos del sumiso que debería cumplir quien en teoría ejerce el dominio. Aunque se pueda defender que no serían pocas las mujeres que disfrutarían de muchas de las prácticas que aquí se proponen (y estaríamos de acuerdo), asumirlas en su mayoría supondría una carga de trabajo a todas luces desmesurada para una mujer que pretende iniciarse en la dominación. Somos de la opinión de que resulta más que conveniente ir terminando con la extendida sensación de que la dominación consiste en que las mujeres se ponen a hacer cosas para los hombres que están deseando “someterse” a ellas, cuando lo lógico es comenzar el proceso justamente al contrario: ¿qué está dispuesto a hacer el varón sumiso por la mujer a la que dice querer entregarse?
Y eso nos lleva a la tercera de nuestras discrepancias: esta especie de manual se dirige a un sector de la población francamente minoritario: el de las parejas en las que para que la mujer asuma un papel dominante tiene que combatir las reticencias de su compañero a someterse. Es cierto que se dan situaciones de este tipo, pero son las menos. En realidad, son muy pocas; lo habitual es lo contrario: la gran cantidad de hombres que anhelan someterse a una mujer dominante, y las enormes dificultades que encuentran para hacer realidad ese anhelo, aunque en la mayoría de los casos deba imputárseles a ellos mismos la responsabilidad de su fracaso, su incapacidad para dejar de considerarse el centro de la relación y volcarse de verdad en la mujer a la que quieren entregarse, en sus deseos y necesidades.
En cualquier caso, y pese a estas discrepancias de fondo, seguro que muchos de nuestros lectores encontrarán cosas en este texto por las que les haya merecido la pena la lectura.
Como les dije mis queridos lectores estoy basicamente de acuerdo con los conceptos vertidos en este articulo aunque discrepo con la posibilidad del 24/7.
Justamente es en los detalles cotidianos, de todos los dias, en cada rutina que la Femdom se disfruta mas que nada y la actitud de un verdadero esclavo se ve en esas circunstancias.
Aun con hijos, familia, trabajo, amigos y demas cosas normales es posible encontrar un equilibrio que permite que la Dama disponga de un esclavo 24/7 para que su vida sea mas facil y placentera.
Bisou
Ama Claude
[Este manual fue escrito en francés por una mujer que no lo firmó. Después se tradujo al inglés para el sitio web de Altarboy, y de esa lengua lo ha traducido al español un lector de internet (aunque no está completo). Le agradecemos su trabajo pese a algunas discrepancias que expreso al final)
Mensaje a los hombres:
Si el tema de este articulo te interesa, debo advertirte: puede ser que simplemente te guste fantasear, en ese caso, puedes leerlo de un tirón y relajado. Pero si piensas que hay una oportunidad –chica, mediana o grande– de convencer a tu esposa de que entre contigo en una situación real de sumisión y castidad, en ese caso, te recomiendo encarecidamente que dejes de leerlo.
Si aún no tuviste el coraje de revelarle a tu mujer tus deseos íntimos, este artículo puede ser una ayuda muy valiosa. Está basado en mi experiencia personal, y lo escribí para las mujeres, especialmente para aquellas que no han practicado situaciones de dominación y castidad con su marido, y creen que pueden estar capacitadas para hacerlo.
Mi objetivo es convencerlas del interés y el placer que pueden obtener de ello. Explico las buenas razones que tu esposa podría tener para interesarse en mantenerte dominado y casto para su propio placer, y las etapas que debe hacerte pasar para tener éxito. Porque aunque estéis interesados los dos en el asunto, no es realista pensar que el objetivo se alcanzará instantáneamente: ambos necesitaréis un viaje de preparación, en el que a ti te surgirán cada vez más exigencias, mientras ella ira viendo cómo su vida se torna más completa y feliz. Si realmente quieres convencerla, lo mejor será que imprimas este articulo, y se lo ofrezcas en la ocasión que consideres más apropiada.
Señores: este artículo es mi contribución para que puedan lograr un matrimonio más feliz. Y he tratado de ordenar las cosas de forma y manera que sean útiles para ella. El contenido no es ni vulgar ni pornográfico, así que no la dejará estupefacta. No desarrollo recetas, sino principios; el más importante es: progresión paulatina. Nada es extremo ni imposible. Todo lo explicado es factible dentro del marco de tu pareja, sin dañar la calidad del amor que os une.
Y al mismo tiempo, si los pasos se van cumpliendo al ritmo al que vuestras personalidades lo puedan asumir, la pareja alcanzará un estado de gran felicidad, en el que el hombre vivirá adorando a su esposa y ella descubrirá un mundo que nunca se había imaginado.
Insisto en mi recomendación de que no leas el artículo, porque tus reacciones ante las acciones de tu esposa constituirán una inspiración para ella, y una motivación para continuar. Recuerda que el objetivo vale la pena, y requiere un cierto esfuerzo, así que prefiero reservar el factor sorpresa para ella.
I. Introducción
Caballeros: si aún permanecen ahí, les pido que se vayan. Relean el mensaje anterior. Deben irse.
Señoras, ahora estamos solas. Bien, trataré de convencerte del interés que tiene para ti, y para él, que domines a tu marido, más precisamente dominarle sexualmente a través de la castidad (temporal o por periodos prolongados). Así que, antes de empezar, te proporcionaré una definición de la palabra castidad: ausencia de eyaculación. Este es el sentido en el que empleo la palabra en todo el artículo. Castidad no significa ausencia de caricias manuales u orales, o penetración, sino que estas practicas no terminen nunca con la eyaculación.
Decidí escribir esta pequeña guía porque no creo que haya ninguna sobre el tema. Una encuentra en Internet numerosos relatos contando historias sobre esposas que dominan a sus maridos utilizando la castidad, y el uso de los cinturones de castidad está bien extendido, pero, en general, las historias no detallan las motivaciones y el trayecto recorrido, el que ha facilitado llegar a esas practicas. En general, el objetivo de esas historias radica en describir los detalles de lo que sucede una vez que la relación de sumisión y la castidad han sido establecidas y se encuentran en un avanzado estadio.
Si lees este articulo es bien porque lo encontraste en Internet o bien porque tu marido, como yo le sugerí, te lo ha ofrecido porque está interesado en el asunto. Esto muestra un interés y una disposición que considero suficiente para que puedas hacer con él todo lo que describo en el articulo, y quizás mas. Significa que podrás llevarle de verdad a un estado de sumisión y obediencia que os haga felices a ambos en una nueva etapa de vuestra relación.
¿Porque la Castidad?
Para no entrar en detalles de psicología, simplemente pensemos que los hombres y las mujeres se acercan de muy diferente manera a la sexualidad. Las mujeres entran en una relación sexual, pasional y emocional en la que el componente físico es solo uno de los aspectos. Los hombres, en cambio, entran física y mentalmente; pero la parte mental es principalmente abstracta y simbólica, y los sentimientos juegan en ese momento un papel menor.
Una debe tener en cuenta que los maridos fieles lo son porque han decidido serlo, no porque les resulte desagradable mantener una relación sexual con otra mujer sin que se involucren sentimentalmente. A muchas mujeres les resulta difícil comprenderlo, pero es una realidad. Una prueba de ello la encontramos en la cantidad de maridos infieles que permanecen sinceramente ligados a sus esposas, mientras que es casi seguro que una mujer que engaña a su marido se planteará el divorcio muy pronto.
Por lo tanto, incluso los hombres fieles caen en la tentación de mantener relaciones fuera del matrimonio (de algún tipo), debido a la rutina en la que se instalan (¿necesariamente?) tras muchos años de matrimonio. Y esto sin que sus sentimientos para con su esposa puedan ser menos amorosos. Además, seguramente sabes que, después de los 30 años, las necesidades y las capacidades físicas de los hombres declinan notoriamente, mientras que las, digamos, necesidades de estimulación mental, de cierto rebuscamiento, crecen. De ahí el uso que muchos hombres maduros hacen de “servicios especiales” que atienden los crecientes niveles de sofisticación del hombre maduro e inteligente.
Aunque la frecuencia de las relaciones sexuales sea satisfactoria, tu marido no tiene, ni física ni mentalmente, las mismas necesidades ni el mismo deseo que tenía antes. Su motivación por mantener largos juegos previos decae, a lo que también contribuye el hecho de que no sea capaz de mantener una erección mucho más de unos minutos, como le ocurría a los 20 años. Sin duda, habrás comprobado la dificultad que tiene para mantener e incluso iniciar sus erecciones. Si durante el juego previo comienza a acariciarte, su erección decae después de unos minutos. Consciente o inconscientemente, intenta compensar ese inconveniente tratando casi siempre de acortar los preliminares y pasar a la penetración rápidamente.
Dejemos las consideraciones psicológicas. ¿Por qué digo que la castidad de tu marido te puede traer mayor satisfacción en el plano sexual? La respuesta la puedes hallar en observaciones que probablemente tú misma has hecho a lo largo de tu vida de casada: seguramente en alguna oportunidad estuviste separada de él unos días o unas semanas; el reencuentro generalmente transcurre en un lugar público como un aeropuerto, o quizá en presencia de los chicos, familiares o amigos; probablemente, los dos hayáis tenido que tener paciencia y esperar varias horas hasta poder disfrutar de intimidad; durante ese período de espera, notaste que su comportamiento era más cálido que habitualmente: busca tocarte, sus manos no se despegan de tu cuerpo, en esas horas recibes más besos, incluso a escondidas, que los que recibiste en meses, te habla dulcemente y hace todo tipo de alusiones sugestivas. En pocas palabras: durante unas horas disfrutas del esposo que toda mujer sueña con tener. Más tarde, llega el momento de la intimidad… todo es impaciencia, y después… ¡se convierte en el marido de todos los días!
¿Que salió mal?
Simplemente: mientras esta sexualmente excitado pero no puede satisfacerse (yo diría “descargarse”), tu marido es tierno, calido, atento, afectuoso, etc. De manera que la única forma de evitar que vuelva a la otra modalidad es mantenerle de esa manera, excitado, sin darle la oportunidad de satisfacerse. Así de simple. Así que retírale la posibilidad de llegar (¡en el sentido de la eyaculación, no en el aspecto de que tenga placer!), y tendrás un marido perfecto 24 horas al día todo el año.
Imagínate cómo seria tu vida si tu marido estuviera normalmente en este estado de forma permanente. Durante la jornada, te llamaría por teléfono sin dejar pasar un día. Sólo por el tono de su voz, te darías cuenta de que está pensando mucho en ti (¿cuánto hace que no te pasaba?). Después de que tengas tu orgasmo, tendrás un marido que continuará de muy buena gana acariciándote, abrazándote, y durante el tiempo que te apetezca (¿cuánto hace que no te pasaba?). Antes de que alcances tu orgasmo, te habrá mimado, besado, acariciado y abrazado largo rato, sin prisas, hasta que estés loca de deseo y desees que te lleven al orgasmo (¿cuánto hace que no se tomaba ese tiempo, que no eras tú la que decía cuándo y qué hacer?). A la tarde, cuando vuelves a casa, te será imposible dejar de pensar en el programa que te espera, cuando por fin los dos estéis solos en tu cuarto. Cada vez que estés aburrida, en alguna reunión de trabajo, o en cualquier actividad que no te complazca, tu mente puede escaparse hacia la ultima noche en que te hizo el amor y hacia lo que tienes ganas de que te haga en la próxima (¿cuánto hace que no te pasaba?).
¡Paremos aquí! Estoy segura de que, a esta altura, estás convencida de que por lo menos vale la pena probarlo.
¿Cómo lograrlo?
Cómo lograr que tu esposo acepte este arreglo, que, es muy importante saberlo, es mucho mas de lo que él espontáneamente piensa aceptar en este momento. No olvidemos que fue él quien te proporcionó este documento: quiere aceptar este acuerdo. Pero para que sea un éxito, tendrás que llevarle más lejos de lo que pensaba cuando te propuso comenzar. ¿Cómo hacerle admitir el hecho de que no sepa cómo terminará la cosa? ¿Cómo obligarle a aceptar el hecho de que deberá usar los otros medios físicos a su alcance para disfrutar? Desde ahora, deberá aprender a gozar a partir de tus caricias, besos, palabras de aliento. Deberá aprender que todo su goce, absolutamente, vendrá de ti. Paulatinamente, te convertirás en la dueña de su placer, y desde ahí, de su mente. El resto de este articulo te explicara cómo, por medio de actividades de dominación, puedes alcanzar este resultado que garantiza un matrimonio feliz.
Sin duda, pensarás que esto es imposible. “Mi marido nunca lo aceptará”, te dirás. “¡Sí algún juego, pero no esto!”. Quítatelo de la cabeza: una vez que hayas culminado con éxito el trabajo de preparación, verás como aceptará perfectamente esta situación; más aun, se convertirá en tu cómplice para mantener la castidad como ofrenda hacia ti. Veras que, correctamente educado, estará interesado en no hacer trampas y no aprovecharse de situaciones en las que podría llegar (por ejemplo, en el momento de la penetración). El marido entrenado es el mejor aliado de la mujer feliz: él no llegará si tú no se lo ordenas.
De hecho, este trabajo preparatorio, es decir, la introducción progresiva de tu dominación, es una fase mas difícil que la de castidad a largo plazo. Una vez hecha la tarea de preparación, el resto llega por lógica decantación. La fase preparatoria es complicada en el sentido de que tú (quien se beneficia de todas las ventajas) debes vencer un sentido de irrealidad, de que todo es un juego, o que es algo limitado en el tiempo o por las posibles exigencias que ejercerás. Tienes que llegar al convencimiento de que esto es real, que es lo mejor que te ha pasado en la vida últimamente, y que llegó para quedarse. Y para tu esposo, será difícil porque quizá él mismo ha fantaseado mucho tiempo con ser dominado por ti; pero tendrá que darse cuenta igualmente de que esto no es un juego para obtener un mejor orgasmo, o quizá para acabar mejor después de 24 horas.
Deberá ser educado en el cuidado y la atención de su esposa de forma permanente. Debe comprender –y eso lleva tiempo y preparación – que las cosas han cambiado y ya no tiene 20 o 30 años: es un hombre maduro, y desde ahora su sexualidad estará a tu servicio. Confía en mí: lo aceptará fácilmente, y te hará feliz.
Por supuesto, no se trata de cueros y cadenas, látigos y mascaras (aunque me gusta usarlas de vez en cuando, y lo hago porque es mi privilegio). Mi experiencia fue completamente diferente: se basa en el avance progresivo. No se trata de convertirte de un día para otro en la caricatura de una dominante profesional. Lo que yo te mostraré es un camino evolutivo, que te llevará con seguridad y eficiencia, a tu propio ritmo, a dominar a tu marido, mantenerle casto e incrementar su obediencia a ti. Las condiciones externas de esa dominación las decides tú, las inventas y las creas de acuerdo a tus gustos y ritmo. En esto, ¡no debes dejarte llevar por nadie!, ni por este programa, ni por lo que leas, ni, mucho menos y principalmente, por tu marido. Tus deseos, tus gustos, tus preferencias y personalidad, serán las que decidan (y por supuesto, también las de tu marido, aunque en segundo termino).
No obstante, si al leer este articulo, algunas practicas o situaciones no te gustan, no te extrañes por ello; por supuesto, podrás modificar lo que se te ocurra de acuerdo con tus gustos. Y lentamente descubrirás que algunas sugerencias, que al principio te puedan parecer raras, o poco atractivas, incluso provocarte rechazo, un día puede que te proporcionen mejoras en tu deseo, te exciten, te sirvan para generar una variante deliciosa en la cama. Puede que encuentres placeres que ni te habías imaginado. Pero todo a tu gusto y a tu ritmo.
Se trata principalmente de llevar las cosas de forma progresiva, para él y para ti. Déjate llevar por tus deseos a medida que vayan surgiendo. Sé curiosa, imaginativa, inventiva. No te dejes dominar por los prejuicios. Las cosas nuevas llegarán por sí mismas y a su debido tiempo. Te acabará sorprendiendo lo que consigue el paso del tiempo y la exploración de posibilidades crecientes.
II. ¿Cómo empezar? Introducción del retraso de su orgasmo
Si tu marido está de acuerdo en principio en que asumas un papel dominante, tu tarea es educarle. Puedes empezar por pedirle, por ejemplo, que cubra de besos todo tu cuerpo. Decirle que se ponga de rodillas y estar tú en una silla cómoda, parada o en la cama. Dile abiertamente lo que quieres que te haga, cómo lo quieres y dale detalles. No temas entrar en detalles, y pide lo que te guste. Poco a poco, el tono debe pasar de pedir a dar ordenes: “eres mi prisionero”, “debes obedecerme”. Imperceptiblemente, pasas de una situación de simple placer sexual (“bésame todo el cuerpo”) a situaciones y posiciones de dominación y, muy importante, humillación (“bésame los pies”).
Asegúrate de tener tiempo disponible. Debes saber que un hombre puede tener erecciones por un largo período (una hora) si le estás haciendo cosas, pero su erección es corta, viene y va intermitentemente, si es él quien esta haciéndote cosas a ti. Si te gusta tenerle erecto, estate atenta, y cuando veas que su erección flaquea, y tengas ganas, estimúlale. Un simple toque o caricia casual ayuda a que el marido se mantenga interesado en esta primera etapa. ¡Después, estará siempre muy interesado! Aunque, para mantenerle erecto, siempre será necesaria tu estimulación (sobre todo si tiene más de 30 años). Puedes alternar: después de un rato de intensas caricias por parte de él, si quieres descansar y mantenerle erecto, pídele que ponga una película sexy. Verla juntos un rato y acaríciale la picha distraídamente. A los pocos minutos, le tendrás excitado y con ganas.
Si notas que tu esposo lo acepta, conviene que empieces a usar una mordaza. Explícale que habla mucho, y que lo que dice no te interesa demasiado. En esta etapa, una mordaza simbólica será suficiente: un echarpe, o un par de medias tuyas (muy erótico). No la pongas sobre la boca, sino en la boca; no es muy efectivo para silenciarle, pero sus labios estarán disponibles cuando tengas ganas de besarle, y es un buen comienzo. Si tienes ganas, ponle unas esposas para tenerlo relativamente inmovilizado.
En general, el uso de equipo material tiene la doble ventaja de introducir una ventaja física para la mujer: no tiene ni que pedir, puesto que tiene al marido en la posición y situación deseadas. Y adicionalmente, un alto valor simbólico, porque, al dejarse poner el material, se está entregando a la esposa.
La progresión en la dominación te llevara a introducir castigos. Al principio, puedes llamarlos “pagos”, y es conveniente que la atmósfera sea juguetona y haya buen humor durante la ejecución de los castigos. Cuando la situación este madura (recuerda que esto es muy personal: puede ser muy temprano si tu esposo comienza ya mentalizado), empieza a hablar de castigos. Conviene introducir la azotaina (spanking). Por supuesto será simbólica mas que real, pero date cuenta de que el símbolo es muy poderoso. Para un hombre, todavía mas: incluso la azotaina más liviana es un símbolo de increíble fuerza, y sitúa las posiciones relativas de ambos en un plano distinto: a partir de la primera azotaina que le des, será tuyo. Tu sensación de poder será inmensa, y hasta que no lo hagas, no podrás creer que algo tan simple como propinarle un castigo físico pueda acrecentar tanto tu ego, tu dominación y su sumisión. Asegúrate de introducir este castigo en momentos en que este muy excitado.
La azotaina se debe propinar cuando estés realmente enfadada, por algo que haya provocado cualquier actitud o comportamiento de tu marido. Puedes dársela con la palma de la mano (lo mejor al principio) o con un cinturón. Debe ponerse de rodillas (preferentemente apoyando el torso en una silla o en la cama), y así le suministrarás su castigo. Es recomendable empezar con 10 palmadas o correazos y progresar hasta 20/25, y deben darse con bastante fuerza. Deben doler. La muestra de que el trabajo esta bien hecho, suele ser alguna lágrima involuntaria en sus ojos. Debes enseñarle a agradecértelo: después del castigo, debe agradecerte sinceramente que le ayudes a superarse. Las palizas, si bien no forman parte de la rutina (nada debería serlo), son parte de tu arsenal. El marido obediente debe saber que estas dispuesta a disciplinarle por esa vía en cualquier momento.
Ha llegado el momento de empezar a hablar de castidad. Mejor dicho, en esta etapa, del retraso del orgasmo. De hecho, todas las sesiones que hemos ido delineando tienen que haber sido preparatorias en el siguiente sentido: durante las mismas, tu esposo ha debido estar en un estado de semiexcitación permanente, y su orgasmo se ha debido producir al final de la larga sesión. De manera que ha pasado por varias y largas sesiones, en que te ha deseado intensamente, le has excitado como hacia mucho que no estaba, a veces te has enojado y ha debido soportar una azotaina con la picha semierecta, pero básicamente ha ido aprendiendo a esperar y a rogar a tu buena voluntad para conseguir su único objetivo: eyacular. Así que ha experimentado una clase de castidad restringida a una o dos horas. Y ha comenzado a aprender que eres tú quien decide sobre su orgasmo.
Un pequeño paréntesis: si bien él está condenado a un sólo y demorado orgasmo, de ninguna manera es esa tu situación. Goza como mejor te parezca, y si tienes más de un orgasmo, mejor. Pero aprende a controlar la marcha de tu hombre. Cierto, es fácil hacerlo si le estás masturbando o chupando; pero resulta muy difícil detener a un hombre si te está penetrando. En esta etapa, en que su educación no ha madurado, buscará el alivio de cualquier manera. Debes controlar el cuándo y el cómo. Si te está penetrando, al primer signo de que puede acabar, sepárate. Debe ir aprendiendo cómo son las cosas de aquí en adelante. Te digo que no hay nada mas excitante que masturbarte con un vibrador, con tu marido obligado a observar (y atado si te sientes más segura). Ningún hombre permanece indiferente ante una mujer jugando con su cuerpo. Si no lo has hecho, esta es la ocasión para empezar.
Este es un buen momento para repasar las preguntas del principio: recuerda dónde estabas y cómo era tu vida amorosa antes de empezar esto. Las delicias actuales constituyen un gran incentivo para continuar el proceso iniciado.
Volviendo a lo nuestro: has empezado a demorar sus orgasmos. Él ya lo percibe. Ahora, todo lo que se necesita es hacerlo progresivamente mas explícito: antes de hacerle llegar, al final de la sesión, pregúntale si realmente piensa que merece tener un orgasmo en ese momento. “¿Fuiste obediente?, ¿me hiciste llegar bien? ¿me diste todo lo que te pedí? , ¿crees que mereces que te deje eyacular?” En las próximas sesiones dile que estás pensando dejarle sin llegar porque no te parece que se lo merezca. Las primeras veces, simplemente, deja caer la idea, sé paciente: estás llegando a un punto crucial en su entrenamiento, hay que manejarle bien.
Ante de que llegue la primera vez en que le negaras el orgasmo, te diré que los orgasmos que tenga serán como a ti te guste: con la boca, la mano, penetrándote, pero como a ti te apetezca, no le dejes elegir. Puedes decirle que se masturbe frente a ti, si te gusta. Pero mi opinión es que no utilices esa manera: en primer lugar, a los hombres en general no les gusta masturbarse delante de su compañera. Pero sobre todo porque esa forma te excluye: eres tú la que le ha hecho esperar tanto, y serás tú quien le haga acabar. Así afianzarás su dependencia con respecto a ti.
Además, por razones que pronto explicare, no queremos que el marido se masturbe de ninguna manera: si bien al final lo controlarás de forma mas directa y física, por ahora no querrás que tenga la idea de que puede proporcionarse orgasmos por medio de la masturbación.
Así que, después de varias amenazas no consumadas, elige una noche en que la sesión haya ido particularmente bien, e infórmale de que va a permanecer en ese estado toda la noche. No esperes que lo tome bien: tratará casi de forzarte. Protestará y se rebelará. En lugar de la autoridad, recomiendo que uses la dulzura y la suavidad. Explícale que esto te excita mucho, que te gusta y quieres hacerlo, que crees que él, tu esposo querido, es capaz de hacerlo. Prométele que a la mañana siguiente le vas a proporcionar placer con todo tu entusiasmo, que va a llegar como nunca, que…. lo que se te ocurra. Promete, miente, se dulce, acaríciale, vuélvele loco, sé convincente, pero mantente firme en tu decisión. Y a la mañana siguiente, cumple. Aunque no acostumbre hacerlo de mañana, verás que esta vez estará ansioso por conseguir lo que le prometiste.
Una vez que haya “cobrado” (primero ten tu orgasmo, por qué privarte), felicítale, agradécele que se haya contenido por amor a ti, muéstrale que aprecias su esfuerzo, lo que ha hecho por ti, etc. Finalmente, asegúrate de decirle cómo te complació la experiencia, y que esperas repetirla. Bueno, buen trabajo. Tuviste éxito en esta etapa crucial.
Antes de avanzar, tomate tu tiempo. Repite el esquema varias veces, acostumbra a tu marido a ir obedeciendo: se excita contigo, tú tienes un orgasmo, el suyo queda pospuesto hasta la mañana siguiente. Has logrado que tu marido respete el criterio de que tu goce es primero y tiene que asegurarse, y el suyo… depende. Ahora ha llegado el momento de pasar a la etapa definitiva: castidad a largo plazo.
III. La castidad a largo plazo
Antes de llegar al corazón de esta fase final, debo responder a una pregunta que probablemente pasa por tu mente: ¿qué ocurre si mi marido decide acabar por sí mismo durante la noche, debo atarle? ¿Cómo me aseguro de que no se masturbe? Eso depende de tu hombre. No pierdas de vista que puede ser muy honesto y fiel en muchos aspectos, pero en esta situación es un animalito presa de sus deseos. Puede querer honestamente aguantar, pero después de unas pocas horas, habiéndote proporcionado un fabuloso orgasmo, tras recibir tus caricias, sentir la intolerable urgencia y levantarse silenciosamente y aliviarse. Después de todo, todos los hombres, casados o no, se masturban permanentemente.
En este aspecto, no puedes correr riesgos. A menos que tengas la absoluta seguridad de que no lo hará, no puedes permitir que ceda a su debilidad. Hay mujeres que atan con comodidad a su marido, permitiéndole dormir pero impidiéndole que se pueda masturbar. Sin embargo, resulta complicado y algo artificioso esas cuerdas que van y vienen. Quizá mas adelante quieras atar a tu esposo, pero ahora yo buscaría la manera mas simple de impedirle actuar.
Creo que la forma más efectiva y práctica es hacer tú misma (o comprar) unos mitones sin dedos o con un espacio para los 4 dedos y otro para el pulgar, y colocárselos en las manos. Le coses dos fuertes hebillitas en los puños y le pones un simple y pequeño candado de viaje en cada uno. Este tipo de prenda lo acostumbrará a la gran idea de que realmente eres tú quien controla su orgasmo. Tú tienes la llave. Sin resistencia, y como parte de una secuencia, tu marido aceptará pasar a una etapa en la que tu control sea mucho más real. Dado que acepta (o incluso te pidió) que controles cuándo llega, tienes el derecho a asegurarte de que no haga trampas, que no ceda a sus urgencias. No hay otra manera de hacerlo, creeme.
Por supuesto, que acepte y use estas prendas constituirá una muestra clara de que quiere darte ese control. Las dificultades prácticas que puede experimentar para orinar son fácilmente superables. Y el hecho de tener que esforzarse, trabajar para conseguir lo que era automático (sacar y orinar), le hará pensar todo el tiempo en ti. Después de todo, es por tu capricho por lo que debe estar esforzándose así. Creeme: la mente de los hombres funciona de tal manera que en lugar de ser una molestia, este esfuerzo se convierte en un patrón de dependencia hacia ti. Cada vez hay más funciones corporales que dependen de ti y de tu voluntad.
Con naturalidad, irás encontrado razones para no aliviarle alguna mañana, y retrasarlo hasta la noche siguiente. Una vez que la noche ha llegado, antes de proporcionarle el ansiado premio, hazle esperar, hazle pasar pruebas, ponle un rato los mitones, castígale (como más ganas tengas, pero que sienta el castigo) por cualquier falta o capricho y, muy importante, oblígale a satisfacerte plenamente en primer lugar y más de una vez si tienes ganas. Disfruta de tu orgasmo, y después permítele llegar. Haz esto varias veces, y cuando él crea que ese es el patrón, cámbialo: después de tu orgasmo, dile que quieres que te acaricie y te mime, y explícale cuánto se lo agradeces y lo bien que te sienta su manera de tratarte, pero que estás muerta de sueño y que te disculpe. Son maneras de que vaya aceptando –sin explicitarlo– que no hay reglas, no hay derechos adquiridos. Solamente tú dictas la forma de funcionar.
Además, es muy importante que le hagas sentirse orgulloso cuando te ha proporcionado una buena noche, y hacerle saber que no ha tenido éxito si las cosas no han ido bien. Jamás aceptes ninguna culpa: si no pudiste llegar, si la lubricación fue escasa, si experimentaste cualquier incomodidad, siempre la culpa es de él. Debe llegar un punto en que, si suena el teléfono y os interrumpe, él se disculpe contigo. Debes hacerle responsable de tu disfrute. Verás que lo toma bien y acepta ese rol. Tu control sobre él, te sorprenderá, es de pronto total. Sin cueros ni látigos, con amor, pero con firmeza, tu marido vive para ti. En toda la relación entre vosotros dos, tu personalidad, tus necesidades, tu bienestar, deben ser el más preciado bien y la responsabilidad absoluta de tu marido. Como debe ser.
En otras palabras, progresa en tu dominación, ponte más y más exigente, más dura, más severa, yo diría incluso más injusta y arbitraria. Empieza a acostumbrarle a que ya no cumples tus promesas (cuidado, estoy hablando de todo lo que pasa en los momentos de intimidad, no en otros aspectos de la vida diaria). Acostúmbrale a recibir castigos fuertes (azotainas) sin que haya una razón, porque te gusta, te hace gracia o te excita. No temas, ni por un momento, que se resienta por este tratamiento: en esta etapa, con un orgasmo a la espera (y que cree inminente), te sorprenderá ver lo bien que se toma tus caprichos. Enséñale una obediencia ciega, inmediata y sin cuestionamientos. Ordénale cosas fuertes, y veras cómo obedece: que se acostumbre a lamerte los pies (es muy bueno practicar: camina descalza y preséntale tus pies sucios para que los limpie. Eso hará que, de un juego erótico “normal”, pase a una etapa de humillación, obediencia y mayor sometimiento). Que te masajee, te seque cuando sales del baño, te ayude con la ropa, que se convierta en un valet perfecto. Acostúmbrale a servirte en la vida diaria: que te alcance cosas, dale ordenes “reales”. Desentiéndete de los detalles: que él se ocupe de comprarte cosas o de llevar y traer pequeñas cosas que te hagan la vida mas agradable.
Esta introducción de cosas “no específicamente sexuales” le ayudará a comprender que su sometimiento no es sólo un juego de alcoba. Avanza: en la cama, tras unos días sin orgasmo, bésale, acaríciale y agárrale la picha en la mano: dile que quieres que te haga muy feliz. Cuéntale que necesitas que te prometa algo: que no solo en el dormitorio, sino en toda la vida de pareja, no quieres que te contradiga nunca mas.
Quieres que diga: “sí, mi diosa”, o lo que corresponda según quien esté presente, pero siempre “sí”. Creeme, verás que la picha no miente: sentirás que se le endurece ante tu demanda de obediencia. Has llevado a tu marido a un estado en que lo que mas desea es reverenciarte, obedecerte, servirte; te corresponde educarle. Como te decía, hazle verbalizarlo: que él mismo construya la frase en que te promete que siempre, de aquí en adelante, te dirá que sí, que nunca te contradecirá. Y esto referido a todo lo que se refiera a vuestra vida personal.
Aunque después olvide su promesa a veces, ya te ocuparás de recordársela, con tu mano acariciante reforzando el mensaje implícito: obedéceme y me harás feliz, que es lo que más deseas. No quiero, no me gusta que me contradigas. Las palabras mas dulces que puedes brindarme son: “Sí, querida, lo que tú digas”. La obligación de no contradecirte nunca y de respetarte escrupulosamente en publico (además de la obediencia total y el servicio en privado), constituyen la práctica mas importante para mantener la relación de dominación viva y “latente” en todos los momentos, que son muchos, en que no puedes someterle explícitamente. De aquí en adelante, exígele el “sí querida”, siempre. Debe prometerlo.
Decide si, tras obtener esta promesa tan importante, le permites o no un orgasmo (que es lo que estaba esperando). Mi sugerencia es que más bien hagas que te lo proporcione él, y después, mimosa, le digas que estás muy cansada y le dejes con los mitones puestos. La promesa y tus caricias le habrán excitado mucho y no querrás correr riesgos de indisciplina.
Llegamos a un asunto muy importante: tu marido no ha llegado en las ultimas 24 ó 48 horas, le has excitado como nunca, le has obligado a servir tu cuerpo, has concentrado su mente en ti, su esposa, el centro de su universo. Es perfectamente natural que estés preocupada por su comportamiento en las horas que pasa lejos de ti, fuera de tu control directo. Provócale, dile que entiendes que, tras atenderte tan bien y pasar estas dos noches sin eyacular, debe estar muy excitado y con ganas. Fuerza la conversación, y logra que te lo diga, que confiese que lo está.
Te puedo asegurar que después de 24 horas de este tratamiento (para no hablar de 48), lo único en que piensa tu marido es en el sexo. Dile que te preocupa que pueda, en ese estado, tener fantasías con otras mujeres, o que pueda masturbarse. Sé directa: dile que no puede masturbarse más. Tienes que manifestarle que comprendes su estado. Acompaña esto con besos, caricias explicitas (que acrecentaran su excitación y al mismo tiempo su dependencia de ti y de tu mano), y mucha comprensión. Pero manifiéstale firmemente que tienes dudas por su posible debilidad y, por lo tanto, vas a tener que obligarle a usar un cinturón de castidad de algún tipo. Persevera en esta idea. Explícale que es una necesidad para que ambos estéis tranquilos. Menciona el asunto las veces que consideres necesario y, cuando te parezca, hazlo realmente.
Tengo muy en cuenta que a ti, que has llegado a esta etapa y estas disfrutando enormemente el poder recién adquirido, te puede parecer aún extraño, fuera de lugar hacer que tu esposo use un cinturón de castidad. Pensarás que él no lo va a aceptar, o que es excesivo. Pero la castidad a largo plazo de tu marido es algo que os proporcionará una enorme felicidad a ambos. Más aun, a esta altura tú deseas (aunque te tengas dudas) imponerle ese cinturón. Por último, y definitivo, verás que también él desea que se lo pongas. Tienes que enfrentar la realidad: si tu marido y tú no pasáis por esta etapa, él buscará alivio masturbándose. Pasada una cierta etapa de novedad, hará lo que hacen todos los hombres cuando están excitados: llegar, sin que les importen las consecuencias.
Si tienes dudas sobre la posibilidad de que él sea diferente, haz la siguiente prueba: mantenle sin llegar solamente 3 o 4 días y, después, en la cama (tras llegar tú), bésale, provócale y dile que le dejas tocarse, masturbarse mientras os acariciáis, pero no acabar. Déjale un rato, déjale rogarte, humíllale, excítale, usa todas tus artes. Déjale avanzar y oblígale a retroceder. Después, tócale tú, con la mano o con la boca, y “distráete”. Estoy segura de que, con cualquier pretexto, tu hombre llegará. Después, pedirá perdón, explicará, dirá que le parecía que le autorizaste. Pero acabó sin permiso. Debes convencerte: después de uno o dos días, todos buscan eyacular, y lo harán si no les controlas real y físicamente. Lo hará a escondidas.
Por último, y para que tomes esta decisión que puede resultarte difícil, quiero añadir un argumento muy convincente: pregúntale a tu marido. Después de todo, es el quien usará la prenda. Te sorprenderá ver que el la acepta y, es más, la desea. Comienza por preguntarle, franca y directamente, si se ha masturbado alguna vez durante las ultimas semanas. Mírale a los ojos. Probablemente, para tu sorpresa, te confiese que lo ha hecho. Acumulará explicaciones, pero el hecho es que te fue infiel con su propia mano. Pregúntale después si le parece bien lo que te ha hecho, si esta contento con ese estado de cosas. Pregúntale cómo se siente habiéndote desobedecido en un asunto tan importante. Hazle ver que, si llegó, no te puede servir con igual efectividad. Dile (es la pura verdad) que te sientes bien atendida cuando hace tiempo que no llega, que te gusta que tenga la picha dura y sea obediente y servicial contigo. Que te excita que esté muy caliente. Que, perversamente, te complace que el desee y tú goces. En cambio, si descargó tiene menos energía para atenderte, y tú lo percibes.
Seguramente, estará avergonzado y deseoso de satisfacerte, pero no puede remediar sus ganas de llegar pasado cierto tiempo. Es mas fuerte que el: todos los hombres funcionan así. Aceptó los mitones y –por fuerza– tuvo que controlarse durante la noche, pero en la oficina, durante el día, se masturbó y te engañó.
Por ultimo, y esto es clave, pregúntale si quiere que le ayudes a controlarse. Dile que quieres y puedes ayudarle a servirte y a atenderte como tú te mereces, y como él puede cuando dispone de toda su energía para ti. Explícale que eres una mujer, que necesitas su miembro lo mas disponible y duro que sea posible, siempre dispuesto a atenderte. Y que sabes que puede costarle más o menos tenerla dura, según la edad, pero que él puede y debe contribuir privándose de llegar. Es muy simple: si a los problemas de la edad, se le suma la masturbación, no estará en condiciones de servir a su mujer. ¿Quiere sentirse incapaz? Tú debes ser cariñosa, y comprensiva con lo que no se puede controlar –tu marido no es un chico de 20 años–, pero completamente intolerante con sus vicios, que te privan de su miembro en el mejor estado posible.
Y muéstrale que conoces todos sus secretos. Dile que, si se masturba, no puede mantener la rigidez que necesitas para disfrutar como te mereces. No puede satisfacerte ni mental ni físicamente como tú quieres. A los hombres les preocupa mucho no poder satisfacer a su compañera, y en el estado actual de tu relación, a tu esposo esto le resultará esencial.
Tras esto, pregúntale si quiere que le controles con un cinturón, que le ayudes a ser un mejor marido. Cuando te diga que sí, bésale, acaríciale, excítale, y dile que le vas a ayudar para que ambos tengáis lo que queréis: un matrimonio feliz, una esposa satisfecha y un marido obediente. Por ultimo, dile que te pida explícitamente que te encargues de su castidad. Debe decirlo y pedírtelo verbalmente y con claridad.
Una nota sobre la “estimulación permanente del hombre”: la imposición de no llegar, unida a las caricias apropiadas, me permite gozar de mi hombre semierecto cuando quiero tenerle en ese estado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, como te decía al principio, un hombre de mas de 30 (y ni que decir de los de 40 ó 50) no tiene la posibilidad de hacernos el amor siempre que nosotras queramos. Hay veces en que, por razones psicológicas o fisiológicas, querríamos que nos penetre, pero no puede. Es normal. Nuestra contribución al buen manejo de su órgano consiste en caricias leves, discontinuas y que eviten el excesivo rozamiento que lo haga mecánico. Por eso te comentaba al principio que los hombres tienden a acortar los juegos previos, penetrarnos y acabar. Claro, antes de someterse a este entrenamiento.
Por otra parte, hay que hacerse a la idea de que en el nivel de profundidad erótica en que te estás introduciendo, tendrás ganas de llegar o disfrutar con él con mucha frecuencia, y tu hombre no podrá satisfacerte con su órgano por las razones comentadas (a menos que estéis en la veintena o a comienzos de la treintena), y también para evitar que el llegue mas de lo conveniente. Te puedo contar mi experiencia: llego por penetración de mi marido sólo de vez en cuando. Nuestro juego previo es muy largo y satisfactorio, y hago que me lleve al orgasmo de distintas maneras (su lengua se ha adiestrado magníficamente, sus dedos, vibradores, etc.). Dejo para “su día” la penetración (aunque a veces si le noto muy rígido, me doy el sofisticado gusto de que me penetre y me lleve al orgasmo sin permitirle llegar). En esos casos, hay que ser muy clara: darle la orden verbal y clara de que te penetra para tu goce, pero que no le esta permitido eyacular. No es bueno que te penetre sin una clara orden de si puede o no llegar.
Su primer cinturón de castidad
Su primer cinturón de castidad, lo harás tú. Comienza con un slip de piscina (malla de baño). Seguramente, estará diseñado para ajustarse a la altura de la cintura con un cordón. Si el espacio para ese cordón lo permite, reemplaza el cordón por un cinturón delgado de cuero. Una vez ajustado, este cinturón puede mantenerse en su lugar con un pequeño candadito, pasado a través del agujero del cinturón a la hebilla del mismo. Si no hay lugar para el cinturón, cose hebillas alrededor de la cintura y desliza el cinturón con hebilla que hayas elegido, cerrándolo como indicamos. Por supuesto, este cinturón de castidad no es muy efectivo, es más simbólico que real.
Aún si puede extraer su órgano por el costado (para orinar o si quieres acariciarle), ya estarás tranquila: al poseer la llave, le será imposible andar por ahí con alguna secretaria que le dé lo que tú le estás racionando. Nunca en tu vida de casada tuviste tanto control. Con respecto a la otra necesidad, mientras esté en casa sin el cinturón, no habrá problema, y puedes recortar un agujero en la zona del ano y que haga sus necesidades con cuidado.
Juega por un tiempo con este primer cinturón de castidad. Sesiones de unas horas o unos días para usarlo de seguido. Explícale a tu marido cuánto te excita esta situación; pregúntale si piensa en ti cuando no estáis juntos; dile que comprendes sus incomodidades, pero que te esta proporcionando un gran placer y que estás feliz. Cuando puedas, lejos del dormitorio, bésale, acaríciale y hazle saber que el solo hecho de que permanezca casto te excita. Haz que, gradualmente, este instrumento se convierta en su mente en un accesorio indispensable en sus periodos de dominación/castidad, que asocie tu felicidad, tus besos, tus caricias y tus orgasmos a su castidad. Y ocúpate de que paulatinamente se incremente la duración de los periodos de castidad.
Un cinturón de castidad de verdad
Este cinturón de castidad no es muy efectivo. Hasta puede que tu marido haya encontrado la manera (incómoda, pero factible) de aliviarse furtivamente y a escondidas. Vigila su disposición a obedecerte para darte cuenta. La masturbación es el enemigo de este proyecto.
Tienes que empezar a introducir la idea de que necesita algo más efectivo para el control de sus urgencias. Dile que vas a buscar cómo y dónde conseguir un cinturón de castidad de verdad. Y cuando la idea empiece a instalarse, coméntale que has leído, en una revista o en Internet, que la cuestión no resulta extraña, que hay cinturones de castidad para hombres. Consigue que se involucre en la indagación, pídele que busque en Internet (el mejor lugar es www.Altarboy.com). Que te ayude a averiguar dónde se puede conseguir y comprar un cinturón de castidad. No apures las cosas más de lo conveniente, pero vuelve al tema sistemáticamente en vuestras conversaciones.
Una vez que el asunto esté maduro, y hayas elegido el tipo de cinturón que quieras (mas adelante incluyo consejos al respecto), da el siguiente paso e involucra a tu marido, no solo en la decisión sino también en la compra del cinturón. Si la idea del auténtico cinturón de castidad te parece extrema, posponla por ahora, pero entonces utiliza los mitones y el slip con candadito.
De acuerdo, hay muchas posibilidades de que instalarle el cinturón a tu marido te resulte muy fuerte. Aunque te llegará a atraer la idea y tu marido la aceptará de buen grado para controlar sus impulsos. Como de alguna forma hay que controlarle, existe como variante lihgt: el condón de cuero.
Es una alternativa que he usado con mucho éxito, porque es cómoda y porque evita parte del trabajo del slip. Los condones de cuero son un muy buen sustituto del autentico cinturón de castidad, y cumplen prácticamente la misma función. Se compran en los sex-shop y son de cuero bastante grueso, con la forma del pene y, generalmente, con una bolsita para los testículos. Traen una hebilla en la que se le pone el candado. Haz que tu marido lo compre y ponle tú el candadito.
Si es completo, córtale la punta para que pueda orinar (los modelos completos los hacen para juegos de corta duración, y tú lo estarías adaptando al uso de cinturón). Al ser de cuero grueso, pero flexible, impide la masturbación, pero es fácil de esconder ante terceros, permite las funciones corporales, no es incómodo, en los viajes permite pasar por los controles de aeropuerto, etc. Si no encuentras un condón de cuero, puedes hacerlo, siempre que sea con una tela gruesa que impida el roce y la masturbación. Tiene además la ventaja de que si se va de viaje, le puedes mandar controlado con su cinturón. Si hubiera una emergencia medica, puede cortarlo con una tijera y… justificarte el haber tenido que hacerlo (¡y mejor que sea convincente!). La presencia del cinturón, incluso en alguna de estas variantes mas tolerables, tiene las siguientes funciones fundamentales: impide que se masturbe, garantizando el “buen servicio”, la buena disposición para atenderte y ese amor del que ya una no puede ni quiere prescindir. Y además, hace que tu esposo sienta todo el día tu presencia. Eso refuerza el control. No hay manera de que se olvide de ti: porque piensa en ti, te desea y sabe que la llave la tienes tú. Por unas horas, o si viaja por unos días, que lleve puesto el cinturón.
Creo que incluso varios meses de condón de cuero imponen un control muy efectivo, y pueden convertirse en el paso previo a un cinturón de castidad metálico. Y si encuentras que tu grado de control es suficiente, puedes dejarlo como instrumento permanente. O cambiarlo por las noches por los mitones. Pero recuerda que te va a hacer trampa, que no podrá contenerse si no tomas alguna medida. Si todavía tienes dudas, puedes preguntarle y lograras fácilmente una confirmación anticipada. Tu marido quiere serte fiel, pero no puede si no le ayudas. Pregúntale si acepta esa ayuda para controlarse y atenderte mejor, y comprobarás que acepta tu ayuda. La velocidad con que progreséis hasta un auténtico cinturón, o uno de cuero, depende de las características de cada pareja. Pero debes convencerte de que, de aquí en adelante, resulta necesario un aparato durante un numero de horas o días en su vida para reforzar tu presencia y tu control.
En este punto termina tu viaje de introducción. Ha llegado el momento de beneficiarse y disfrutar de todo el trabajo que has hecho. Tu principal herramienta ahora es la imaginación. Para cultivarla, en los próximos apartados te presentaré algunas ideas y sugerencias sobre los comportamientos de ambos, y sobre algunos juegos que añadirán interés y diversión a la relación marital.
Y una ultima nota sobre los cinturones y el control de tu marido: quizá aún te resulte difícil ponerle un auténtico cinturón de castidad. No te fuerces, ni le fuerces. Pero al mismo tiempo te reitero que debes controlar explícitamente a tu marido. Todos los hombres, dejados a su voluntad, terminan “aflojando” y ceden al alivio más fácil que se proporcionan a sí mismos. Por más ganas y voluntad que tengan para cumplir, es mas fuerte que ellos, y la pérdida de tensión arruina el proyecto. Si en esta etapa te resulta muy difícil, establece algún punto intermedio de los que te he comentado: mitones, slip, o el condón de cuero, que es un excelente paso previo al cinturón de castidad de verdad. Hazlo poco a poco, incrementando la duración: empieza por un rato, pasa a unas horas y, después, a unos días; pero no dejes de hacerlo. Tu marido y tú notaréis de inmediato como crece su obediencia y vuestra felicidad conyugal.
Antes de empezar, quiero decirte: ya estás, estáis los dos embarcados en el camino hacia una relación estimulante, divertida, mejor y más excitante que la que teníais. Debes ser consciente de que ahora tu marido depende de ti más que antes: tu exigencia para pedirle que se esfuerce por ti es imprescindible. Si te desinteresas del proyecto, perderá motivación. Él puede y quiere ofrendarte su castidad, pero tienes que pedírselo, y la mejor manera es mantener el interés, no perder intensidad.
IV. La relación cotidiana y los comportamientos de cada uno
Tu comportamiento y el de tu marido deben reflejar diariamente la situación completamente desigual que se ha establecido entre ambos. Desde la simple pero completa obediencia, hasta otros comportamientos específicos que debes imponerle. Pero también hay comportamientos que tendrás que imponerte a ti misma.
Un pequeño recordatorio (quizá molesto por la reiteración): todo lo que sigue es concebible y posible de realizar sólo en la medida en que tu relación haya alcanzado un alto nivel de obediencia por parte de tu marido, y de dominación por la tuya. Y es condición para ello que su castidad se prolongue durante varios días y esté garantizado su cumplimiento. Durante todo el proceso, quizá te sientas inclinada a realizar alguna de las cosas que sugiero de una forma más light. O quizá alguna no te guste de ninguna manera. Esto no es importante: haz lo que te apetezca; lo importante, y la clave, es mantener y acrecentar el control sobre tu marido.
La creciente castidad de tu esposo debe ser gradual: empezando por unos días. Yo llego hasta un mes, y he comprobado que lo soporta bien. Tras dos o tres días, se genera un estado mental centrado en servir, una sensualidad y una excitación a la hora de satisfacerte que no sólo incluye la sexualidad, sino que responde incluso a tus deseos más caprichosos y mínimos. Debes reforzar este estado con exigencias permanentes. Si te gusta, convierte en regla que te masajee sensualmente todos los días, aunque no tengas ganas de que siempre te lleve al orgasmo. Cuando quieras tenerlo, es tu privilegio. Instrúyele en el uso de vibradores como mas te guste y, si te excita, provócale con el mismo vibrador. A los hombres les encanta que se les aplique en la base del glande.
Comprenderás, a los pocos días, que la relación sexual se ha transformado radicalmente: ahora, el “juego previo” puede prolongarse durante horas. Ya no es un paso previo antes del acto, es un tributo que tu marido te hace una o mas veces por día. Empecemos, pues, por las recomendaciones referidas a él.
Su comportamiento
Las mujeres se quejan a menudo de falta de cortesía, atención y dedicación por parte de su marido. Tienes una oportunidad única de hacerle re-aprender viejas lecciones que quizá ha olvidado. Exígele, en todas las circunstancias, privadas o publicas, la más extrema galantería hacia ti. Siempre dejándote pasar primero, abriendo la puerta del coche para ti, moviendo la silla de la mesa cuando te sientas o terminas de comer. Nunca debe interrumpirte, sea la conversación entre vosotros o en presencia de otros. No debe alzarte la voz, ni leer el periódico cuando te acompaña en el desayuno, apresurarse a hacerte compañía aunque sospeches que hubiera preferido quedarse frente al televisor. Traerte flores, etc. Esta re-educación, déjame decirte, te vendrá bien incluso si deciden salir por un tiempo de la situación de sumiso-dominante (estas “salidas” temporales las comento mas adelante como una variante).
Aparte de nociones básicas de educación, que no tienen que ver específicamente con la relación de sumisión, debes imponer ciertas obligaciones a tu marido para que su dependencia psicológica de ti (pieza clave) se mantenga e incremente. Esto se hace a través de comportamientos que deberá asumir y de cosas que hará para ti. Así será más consciente, permanentemente, del lugar que ocupa, de la necesidad de la obediencia y el servicio.
Veamos algunas posibilidades:
— Excepto en presencia de los chicos o de amigos, debe dirigirse a ti como Señora, Ama, Majestad, Mi Reina, Diosa, Mi Dueña o el nombre que a ti te guste. Debe ser una palabra distinta de la que usualmente usaba, y que denote respeto y distancia. Quizá esto te parezca pueril, algo ridículo; pero no te equivoques, es más importante de lo que piensas. Los hombres tienen un gran respeto por las palabras, porque se van introduciendo en todos los niveles de su conciencia.
Lo que se dice acaba convirtiéndose en la realidad. Con el tiempo, si exiges este tratamiento, observarás que cambiará la manera de tratarte, el respeto en general y su comportamiento hacia ti. Acostúmbrale y exígele que use tu título.
— Cuando llegas a tu casa, o os reencontráis después del día de trabajo, o él llega y te encuentra, inmediatamente debe venir a recibirte o saludarte. Debe darte la bienvenida (de rodillas si te gusta) en los términos mas respetuosos, con el titulo que le has indicado que use para dirigirse a ti. Nuevamente: si en algún momento deciden “salir por unos días” de la relación de sumisión, verás que este periodo le ha enseñado a no estar con la cabeza metida en sus libros, revistas o viendo el fútbol en la televisión. Tu llegada debe ser una fiesta para él. Inspírate en la alegría que manifiesta el perro cuando llega su amo después de horas sin verle. Exígele que manifieste alegría y respeto en el reencuentro de cada día. Cuando estéis con amigos, comprobarás que este entrenamiento logrará que hábitos que quizá te molestaban hayan desaparecido, y que tu marido se interese de verdad por lo que dices.
— Debes definir la relación que le permitirás tener con tu cuerpo. Por ejemplo, podrías prohibirle completamente que te toque sin tu permiso. Yo personalmente, no encuentro eso nada satisfactorio. Mi esposo tiene permiso permanente para besar mi mano en publico (es delicioso: luce anticuado y raro), mientras que otras caricias o contactos están prohibidos. Debe pedirme permiso y, dependiendo de mi capricho, puedo concederle el privilegio, negárselo o incluso castigarle por preguntar y molestarme (como los castigos que le propino son serios, y no juegos, realmente los teme; el tono de preocupación con que lo pide es delicioso). ¡Oh, qué milagro!, nuevamente como cuando éramos novios o recién casados, tiene un deseo permanente e insaciable de besarme o tocarme. Parece que no puede quitarme las manos de encima, ¡porque teme que la oportunidad no dure! La denegación tiene, definitivamente, sus ventajas; la privación del orgasmo le lleva a poner mucha intensidad en cualquier mínimo contacto físico, sea del tipo que sea. De manera que, ahora, tocarme es un privilegio que le concedo. Pequeños contactos físicos antes imperceptibles, se tornan premios de enorme valor para él. Con esos permisos o negativas a los contactos “livianos” le controlamos totalmente y su devoción se incrementa.
— Cuando estáis juntos en una habitación, debe estar a tus pies o en donde le indiques. Te recomiendo que, cuando estés viendo la televisión, navegando por Internet u hojeando una revista, le hagas ponerse de espaldas a la pantalla. Su único entretenimiento tienes que ser tú. Debe concentrarse en ti. Desde luego, tiene que abandonar cualquier cosa que estuviera haciendo para acudir a tu llamada. Te sorprenderá ver que cosas que parecían totalmente imposibles, ahora dependen de una simple decisión tuya.
— Nunca debe comer en las mismas condiciones que tú, cuando lo hagáis solos y en privado. Debe servirte (incluso si fuiste tú quien preparo la comida), y comer después de ti, como hace la servidumbre, y en diferentes condiciones a las tuyas. Esto tiene valor simbólico: le harás comer en la cocina si tú lo hiciste en el comedor, o con la mano (es muy erótico hacerle comer así y contemplar como se avergüenza al contrariar todos los hábitos de su educación porque tú se lo ordenaste).
— Debe acostumbrarse a prepararte el baño. Te recomiendo que no le dejes verte desnuda, así que, una vez preparado el baño, debe salir fuera. O, si le demandaras otros servicios, ponle una simple venda en los ojos. Vendado, se volverá loco de deseo por poder ver lo que se le niega: tu cuerpo. Ordénale que te dé un relajante masaje corporal, con especial detalle en el cuello y las piernas. Vendado se concentrara mas. Prohíbele que se frote contigo o, si te gusta, déjale. Pero que quede claro que el control es tuyo. Haz que te traiga el desayuno a la cama cuando se pueda hacer.
— Indícale que, desde ahora, existe el estado de “en disposición”. Significa que cuando tú quieras estar sola, y se lo digas, él puede hacer lo que quiera (ver la tele, leer, estar en el PC, etc.), pero debe estar completamente alerta y listo para acudir a servirte, dejando lo que esté haciendo inmediatamente.
— Le están totalmente prohibidas las siguientes cosas (bajo amenaza de castigo inmediato y severo. Recuerda que tu credibilidad está en juego: no puede empezar a faltarte al respeto considerándote “una buena chica”):
· No puede interrumpirte cuando estés hablando por ningún motivo, en privado o en publico.
· No puede contradecirte en privado o en publico. Aunque estés equivocada. Esto es falta grave. Siempre debe darte la razón y, aun más, tienes indicarle que debe mostrarse admirado de lo que dices. “Si, querida” debe ser su apostilla habitual.
· No puede desobedecer tus deseos. Todos tus deseos, de cualquier tipo, en cualquier situación, son sus ordenes. Debe obedecer desde lo mas trivial hasta lo mas complejo.
· No puede obedecer formalmente pero con “mala cara”. Debe mostrar entusiasmo para cumplir sus tareas. Solo tú serás la juez que decida si lo hizo bien y con un ánimo que te pareció suficiente.
· No puede iniciar cualquier acción sin pedirte permiso: como salir fuera, fumar, ver la televisión, leer, ir al baño, jugar con el ordenador, abrir el correo, hacer llamadas telefónicas, etc. Cuando estéis solos, o cuando tú se lo indiques, debe estar a tu sola y completa disposición, a la espera de tus ordenes. Esto es particularmente aplicable durante la noche si hay niños en la casa. Cuando la casa está tranquila, debe regir tu control absoluto. Prueba su obediencia con frecuencia: déjale con la orden de esperarte y, si le sorprendes haciendo cosas sin permiso, recrimínaselo y haz que se disculpe de rodillas; después, castígale. Muy importante: dedícate a definir sus derechos para cuando estéis en publico, con modificaciones para los distintos casos (hijos, familiares, amigos, extraños). Por ejemplo, puedes imponerle que, si os visitan amigos, te pida permiso antes de sentarse, empezar a comer, o fumar.
· Establece que, delante de amigos, debe hacerte por lo menos dos cumplidos lindos. Decir que te ama, que se siente muy unido y atraído por ti y que depende de ti. Es muy raro que un hombre haga esto en publico, así que no te prives de este placer que probablemente es nuevo para ti.
De acuerdo con mi experiencia, te recomiendo que evites incorporar elementos de la vida diaria a la lista de obligaciones que debe cumplir y que pueden acarrearle castigos si no lo hace. Resulta claramente preferible que todo lo que le pidas esté específicamente relacionado con la relación de sumisión que estáis viviendo. Por ejemplo, no debes exigirle cosas relativas a su trabajo, que arregle el automóvil, que haga tal o cual tratamiento medico, o que haga venir al plomero. Concéntrate en tareas que te gratifiquen personalmente, aunque sea indirectamente.
Como regla general, cuando la situación lo permite, debes habituarle a no dejarle nunca completamente libre en sus movimientos. Ponle los mitones, tenle atado. Esto es necesario para hacerle más dependiente de ti. Si le has encargado una tarea particular, o le has puesto a hacer algo, tenle con una cuerda que le permita moverse sólo lo necesario. Si tienes algo que hacer, o simplemente te vas a relajar, leer o cualquier otra actividad, y le vas a tener cerca, átale con una cuerda (no importa que sea muy fuerte, el hecho es simbólico y él no la forzará). Tenle cerca de ti o en otra habitación, pero atado y que no se sienta libre. Yo paso ratos muy agradables navegando por Internet, teniéndole atado con una cuerda de 2 metros del tobillo a mi silla. Debe estar en el suelo a mis pies.
Tu comportamiento
Sus obligaciones son pesadas, y son todas en tu beneficio. Pero tú también tienes algunas tareas. Debes saber que durante el tiempo que viváis de esta manera tendrás algunas ocupaciones (dirigidas a él), pero esos esfuerzos valdrán mil veces la pena. Así que aquí están los comportamientos que sugiero para que puedas seguir obteniendo su adoración y su obediencia:
— Mantén y aumenta tu femineidad: sé refinada, elegante, provocativa. Siempre subraya tu femineidad con tu vestimenta. Deben utilizarse todas las armas de la seducción: él es un esclavo del amor y hay que mantener esa situación. Zapatos de tacón alto, cinturones de cuero, bodies, medias de nylon. Todas las prendas que realzan tus encantos, y a las que ningún hombre puede resistirse. Se derriten con ellas. Maquíllate, peina tu pelo, cuando estéis en la casa no sólo cuando salís. Durante el día, tu apariencia debe ser razonablemente sexy (siempre debe excitarle verte), estricta (tú eres la que manda), sofisticada (debe adorarte). Al igual que la galantería para los hombres, estos comportamientos no son específicos de una relación de dominación, son aspectos que siempre conviene tener presentes.
— Sé diferente cada día: en tu apariencia, cambiando tu vestimenta, las joyas y adornos que usas, el calzado. Para los momentos de intimidad, no temas comprar alguna ropa de estilo dominante: el cuero ejerce un efecto tan devastador como un buen body de red.
— Mantén la distancia, pero sé cariñosa. Sé estricta, pero tierna; ponle en su lugar, pero atiende sus preocupaciones; sé desdeñosa y egoísta cuando quieras. En otras palabras: sé una mujer que le exija con su sola presencia. Nunca debe saber qué esperar de ti. Su incertidumbre reforzará su dependencia.
— Protege tus misterios: evita que te vea desnuda. No te vistas y desvistas delante de tu esposo (por cierto, esto debes hacerlo siempre, incluso fuera de los periodos de dominación). Haz que se de vuelta cuando te desnudes, ponle una venda cuando quieras estar desnuda. Le volverás loco de deseo. Verte alguna vez desnuda (cuando tú tengas ganas de mostrarte) será un privilegio que agradecerá. Las partes de tu cuerpo mas expuesta (tobillos, pies, manos) se convertirán en objetos de su adoración. Usa transparencias, o muéstrate como un gran regalo con alguna ropa interior. Este escamoteo de tu desnudez provoca efectos devastadores en los hombres.
— Se imaginativa. Crea nuevas situaciones, nuevos escenarios, nuevos requerimientos y exigencias. En publico y en privado. Cuando se pueda, tener relaciones intimas fuera de tu casa. Busca lugares distintos.
— Sé impredecible: castígale sin razones y sin aviso previo. Dile después que te pareció conveniente hacerlo. Sé arbitraria, no des explicaciones, sométele.
— Sé constante e inflexible en los requerimientos y en las órdenes. No dejes que haya cosas que se suavicen. Él lo notará, tu autoridad disminuirá y, muy importante, puede desanimarse. Los castigos deben aplicarse inmediatamente o tan pronto sea posible. Deben ser frecuentes, aunque tu marido obedezca. Debes encontrar oportunidades dos o tres veces por semana, o más. Cualquier motivo es valido. Los castigos son, después de la denegación del orgasmo, la más importante herramienta para la construcción de la relación de dominación. Deben ser siempre físicos (para que tu marido comprenda y aprenda que su cuerpo te pertenece por entero). El castigo debe ser real y creciente en su duración y severidad. No conseguirás realmente el objetivo hasta que no sientas que él teme de verdad tu reacción y teme el castigo. Hay que comprender nuevamente que esto, si bien se circunscribe al ámbito de tu relación de dominación, y no afecta otros aspectos de vuestra relación, debe formar parte de tu relación personal con él.
Como he mencionado, entre sus obligaciones se encuentra el servirte. Pero no te confundas: está bien que, si estáis solos, le vistas de criada, le pongas un delantal corto y el culo al aire, y le pongas a trabajar un rato si esto te gusta. Pero no cometas el error de convertirle en una criada de verdad. En otras palabras, debe servirte y atenderte en todos tus caprichos como parte de una relación entre ambos caracterizada por el juego sexual, pero el objetivo no es ponerle tareas de limpieza o cocina.
La servidumbre debe ser total dentro de lo que la tensión sexual implica, pero no fuera de ella. Sé que hay hombres que visitan a dóminas profesionales, para limpiarles la casa y la ropa (y además pagan por ello), pero por una parte son raros, y además no hacen esto todos los días. Recuerda que después de un día de trabajo, estará cansado, y más si debe atenderte por la noche, y debe convivir con la tensión permanente de su deseo insatisfecho (que no es un tema menor). Es decir, exígele todo tipo de tareas para servirte: sexuales, de atención a tu cuerpo, masajes, baños, pedicura etc. Además, proporciónale tareas añadidas de valor simbólico, que subrayen su servidumbre (servirte la comida, traerte una bebida, llevar algo a la cocina, etc.). También concédele ratos y días mas descansados. Esto es vital en el largo plazo, para no agotarle física y, sobre todo, mentalmente. No obstante, evita siempre el menor indicio de indisciplina: sé severa, castígale.
V. Las grandes preguntas: ¿qué clase de dominación?
A estas alturas del texto, probablemente te surgirán muchas preguntas. ¿Debe estar permanentemente sometido a ti? ¿Es la sumisión un sinónimo de humillación y degradación? ¿Cuál es el máximo periodo de castidad total? ¿Qué símbolos de sumisión convendría que llevara? ¿Qué tipo de relación debe mantenerse con terceros? ¿Cuáles son los limites razonables?
No puedo contestar estas preguntas. Depende de vuestros gustos, del concepto que tengáis de la pareja, de vuestros deseos y limites (de ambos, porque esta es una relación de dos, aunque uno domine al otro, y debe resultar placentera para ambos). Así que me limitaré a compartir mi experiencia, y a proporcionarte las respuestas que a mí me resultaron útiles. No tienen otro valor que los de la experiencia de un matrimonio que ha ido resolviendo las cosas sobre la marcha.
¿24/7?
¿24 horas, 7 días a la semana y 365 días al año? ¿Debe convertirse en tu siervo para siempre, sin interrupción? Cada una responderá de acuerdo a lo que considere. Mi respuesta ha sido “no”. Esa relación, basada en su castidad y sumisión, resulta difícil de manejar, para él y para ti. Bien conducida, la relación de dominación que estas construyendo, será muy satisfactoria para los años venideros, para ambas partes. Más de lo que una se imagina al principio. Para que funcione a largo plazo, es conveniente que la vida diaria y sus necesidades no se mezclen mucho con la relación personal de dominación. Están los trabajos de ambos, los problemas de nuestros padres, la salud, los conflictos de los hijos, los impuestos, facturas que pagar, artefactos de la casa que arreglar, el automóvil que no arranca, etc. Con todos esos asuntos que manejar, no resulta fácil mantener bajo control una relación tan fuerte y exigente para ambos como la que has comenzado con tu marido a partir de este cambio. Es posible por un tiempo limitado (por ejemplo en unas vacaciones), en el que uno se aísla de las cosas de la vida diaria y deja todo para después. Pero a medio plazo, la vida diaria te sobrepasará. Es demasiado compleja y plantea muchas cosas que atender.
Además, hay otra razón de peso para no mantenerla 24/7/365. ¿Acaso el riesgo de que se vuelva quizás aburrida o rutinaria? ¡Desde luego que no! Completamente seguro que no: encontrarás que esta relación, por el contrario, es un remedio seguro contra el aburrimiento, es una fuente inagotable de creatividad, excitación y renueva las ganas de vivir. No, esa otra razón se encuentra en el corazón de la relación que tienes con tu marido: cuando la interrumpas, te resultará horrible tener que volver a lo de antes. No podrás hacerlo. Unas pocas semanas de vivir dominando hacen extremadamente difícil volver a lo anterior. Así que corres el riesgo de no ser capaz de interrumpir, de gozar tanto con las cosas como están, disfrutando tanto de la nueva situación, viviendo tanto mejor, que no puedas cortar nunca. Pero mientras tanto, quizá tu marido sólo pueda aceptar la situación y disfrutarla mientras sea limitada en el tiempo, (aunque no sepa cuándo se interrumpirá ni cuánto durará). Es decir, que existe el riesgo de que no la acepte si se convierte en una relación 24/7/365. Esta es la razón por la que, en mi opinión, conviene cortar periódicamente.
Porque, te recuerdo, esto es básicamente un juego para darle sabor a la vida matrimonial. Por lo menos esa es mi visión del asunto. Además, para serte sincera, aterrizar de vez en cuando del “vuelo de felicidad” en que una vive no es fácil. Sin embargo, yo aprecio realmente la relación que tengo con mi marido cuando retoma su estatus como macho dominante. Incluso hemos experimentado con gran éxito unos periodos mas cortos de sumisión por mi parte. Esa faceta es encantadora, y he aprendido mucho sobre mí cuando me convierto en sumisa. Hasta emprender vuelo nuevamente. Porque encuentro que, básicamente, a mí me gusta ser dominante y a él someterse a mí. En mi experiencia personal, el año tiene un ciclo aproximado de 3 períodos: el periodo de castidad/sumisión de mi esposo, que dura de 3 a 4 meses, un período de sumisión por mi parte, que dura entre 1 y 2 meses (generalmente en dos partes, con un descanso de 1 a 2 semanas), y el resto del año, unos 6 ó 7 meses en los que nuestra relación vuelve a ser “normal”. No obstante, todo esto es muy personal; eres tú quien debe decidir lo que quieres hacer.
Sumisión: ¿humillación y degradación?
La definición de determinadas prácticas como humillantes o degradantes es esencialmente subjetiva: algunas mujeres rehúsan tener sexo anal porque lo encuentran humillante y degradante; otras gustan de ser filmadas en películas caseras pornográficas y se enorgullecen de ello. ¿Dónde situar el límite?
Humillar y degradar el cuerpo no implica necesariamente humillar y degradar el espíritu de tu compañero. Así que lo definitivo es el estado de ánimo con que tu compañero realiza las tareas encomendadas, lo que determinará si es o no humillante o degradante. O, mas importante, si la humillación/degradación, tan erótica, tiene una faceta que debe evitarse. Si eso se hace evidente, te darás cuenta y lo debes evitar para que no se arruine la relación (y me refiero a toda la relación, no sólo al juego). Mientras tu marido ejecute las tareas con amor, y tú te des cuenta de que todo va bien, seguir adelante. Humillarse, hacer actos que normalmente serían degradantes con el ser amado, es la más erótica de las ofrendas para quien la da y quien la recibe. Yo considero que llego bastante lejos en las cosas que requiero de él. Pero, en todas las circunstancias, mantengo mi admiración por mi marido. Admiro su habilidad para amarme sin límite cuando le domino. Durante los periodos “normales” simplemente le admiro como hombre.
Castidad: ¿cuánto debe durar?
Para decirte la verdad, no sé con precisión cuánto. He leído en Internet opiniones controvertidas. Algunos dicen que más de un mes puede traer consecuencias físicas. ¿Será verdad? Lo dudo; pero no me resulta fácil preguntarle a un médico. También hay información en Internet recomendando la posibilidad de sustituir la eyaculación por el masaje u “ordeño” de la próstata.
Se supone que es una técnica que evita el orgasmo y la eyaculación (manteniendo al macho caliente), pero permite evacuar el semen, y de esa manera que la glándula funcione bien. He tratado infructuosamente de seguir los consejos de esos artículos. No estoy muy segura en este asunto. Puedo, eso sí, trasladarte el fruto de mi experiencia personal. Los periodos de sumisión/castidad que impongo a mi marido se prolongan, como he dicho, de 3 a 4 meses. En general, empecé dejándole llegar una vez por semana, y fui extendiendo el período hasta llegar a una vez por mes. En todos los casos, sin dejarle saber con exactitud “cuándo”. Tal como te he dicho, a partir del segundo o tercer día, y mediando una actitud activa por mi parte (provocándole), he observado niveles de obediencia y deseo hacia mi de lo mas satisfactorios. A partir de la semana, no hay absolutamente nada que no haga por mí, y con gran placer, a lo sumo requirió de una leve caricia para “motivarle”, un beso profundo o una sonrisa sugestiva de su diosa. Es muy agradable para mi volver a casa y notar su disponibilidad y su ansiedad. Y su erección siempre está dispuesta. Al menos para nosotros, no ha habido problemas después de estos periodos de larga castidad. Pero reitero que la mejor política debe ser ir probando y extendiendo el período.
Durante los dos o tres días que tarda, después de eyacular, en volver a ser todo lo dócil y disciplinado que deseamos, su mente descansará. De todas formas, no dejes que tampoco disminuya tu autoridad en esos días. Vuélvete un poco esquiva, y evita algo el contacto esos dos o tres días, para que su deseo crezca rápidamente. No le apliques castigo en esos días, porque encontrarás mayor resistencia. Después de transcurridos, notarás que todo vuelve a la normalidad de tu dominación y el retornará a su obediencia habitual.
De manera que queda a tu criterio establecer la duración de la castidad de tu marido, y te reitero que esa duración sea algo que sólo tú conozcas lo que va a extenderse, que el no sepa a qué atenerse.
¿Usar símbolos de la sumisión?
Hay dos tipos de símbolos de la sumisión: externos y ocultos. Personalmente, no me gusta que mi marido lleve símbolos externos que puedan dificultarle la vida social y laboral. Pero insisto en que lleve símbolos ocultos, para reforzar su estatus de sometimiento hacia mi, y que esté presente en todo momento de su vida y en sus pensamientos.
Símbolos ocultos hay muchísimos, y el único límite es tu imaginación. El más importante es el cinturón de castidad, rígido o flexible, que tu marido usará para dar fe de su devoción permanente hacia ti, y para que seas tú quien controle la relación. Puedes hacer que, en la intimidad, tan pronto os quedéis solos, tenga que utilizar un collar de cuero para perros. Puedes usar también una correa para que camine a cuatro patas durante el tiempo que te parezca bien. Puedes hacerle usar un consolador anal, ni muy largo ni muy ancho, e ir a cenar afuera con tu marido “equipado” así; es un estimulante para ambos mucho mas fuerte que el mejor café.
Ahora llegamos a cuestiones mas íntimas y que plantean preguntas. ¿Tatuajes íntimos? Si bien colocarle un tatuaje a tu esclavo es tremendamente gratificante, tiene sus complicaciones: hay que ir a la playa, puede tener que ir al médico, etc. Hay una solución temporal: tatuajes de henna, que duran dos o tres semanas. Considérame conservadora, pero esa es la solución que yo he adoptado. En general, le gravo palabras fuertes tipo “propiedad de” u otras, y ya la visita al tatuador es toda una experiencia. Lo he hecho principalmente en alguna playa extranjera, lo que facilitó el trance del tatuaje. Con respecto a un tatuaje permanente, recomiendo que él de su aprobación, y quiero decir en un momento relajado, es decir, fuera de un periodo de dominación intenso.
¿Límites?
La regla básica, por supuesto, es no hacer nada que a alguno de los dos le resulte excesivo, o le desagrade, o sea peligroso. Sin embargo, no es un camino recto: hay cosas que a mí no me atraían, pero ante la insistencia de mi marido, y tras alguna consideración, las puse en practica con resultados por demás excitantes. Mi esposo me insistió mucho en que quería ser sometido por mí delante de una mujer. Por supuesto, dada nuestra mutua fidelidad (cuestión que no queremos cambiar), y considerando las realidades de semejante escena, la tercera persona debía ser una mujer. Un hombre sería demasiado humillante para tu marido, y la situación podría descontrolarse, con malas consecuencias. Aunque con dudas, accedí a probar, y resultó muy gratificante: contacté con una mujer dominante (no una profesional) que nos acompañó y presenció como sometía a mi marido a distintas pruebas de obediencia. Después, hice que él le prodigara un tratamiento que la dejó muy satisfecha.
Otra experiencia, que repetimos periódicamente, es contratar una masajista (mi marido se ocupó de buscar una chica de veintitantos años, rubia y de buen busto, como me gusta a mí, y una verdadera profesional), que se ocupa de hacerme pasar un buen rato y me provoca varios orgasmos. Esa, debes saberlo, es la fantasía numero uno de casi todos los hombres, y mi marido debió insistir para que me decidiera a hacerlo. Debo decirte que es de las cosas que una piensa “¡por qué no lo hice antes!”. Creeme, es de las cosas buenas de la vida de las que ninguna mujer debería privarse. Resulta delicioso tenerle atado a una silla, presenciando el largo masaje que me brinda nuestra amiga (dado no sólo con sus hábiles manos). Solo al final, ya saciada, le permito participar, y me luzco obligándole a hacer el perrito y homenajearnos a ambas. Creo que para la chica, terminar con su calzado y sus pies limpios con la saliva de mi marido es toda una experiencia.
Por el contrario, una experiencia que a mi me apetecía, y a mi marido no le gusta nada, es imponerle silencio. Ya he comentado que resulta muy erótico y educativo impedirle que sugiera ideas, por períodos de varias horas. Yo probé al principio prohibiéndole hablar durante algunas sesiones; después, progresé hasta ponerle una mordaza (cuidando de dejar su lengua con capacidad de trabajar). Disfruto enormemente sabiendo que el silencio impuesto se suma a su estado de obediencia.
A medida que progreses en la practica de dominar a tu marido, se hará importante lo que comenté sobre 24/7/365: interrumpir cada tanto y pasar períodos de normalidad. El riesgo, si no, es que gradualmente te pases en tus muestras de completo dominio y sea desagradable para el. Los periodos de normalidad permiten hablar los asuntos que puedan ser conflictivos, y retroceder ante limites que quizás has traspasado. Me refiero a que, poco a poco, irás encontrando cada vez mas fascinante dominarle y puedes pasar el delgado limite del juego. Después de unos meses de dominación “pesada y estricta”, tu marido necesita saber que cuenta con tu consideración y admiración. Tienes que dejar buenos espacios de tiempo para que eso le quede claro.
VI. Algunas ideas
Las ideas y sugerencias que siguen sólo tienen sentido cuando hayas alcanzado un estado avanzado de dominación y obediencia bajo el régimen de castidad de tu esposo. Con la progresión de esta relación puedes suavizar aquellas ideas que te atraigan, o hacerlas más estrictas cuando te parezca que es apropiado. Nuevamente: poco a poco se llega hasta limites eróticos insospechados. Cuando quieras darte cuenta tendrás a tu marido haciéndote nuevas cosas que te gratificarán enormemente y elevando la relación a un nuevo nivel.
Alimentos
El asunto de la comida ofrece un campo ilimitado para una relación de dominación. Algunas ideas que yo he puesto en practica con mi marido:
· Ocasionalmente, prívale de comida durante algún castigo, o como castigo. No le hará ningún mal perderse una comida, y soportar una pequeña crueldad adicional si le obligas a servirte esa comida, y si es una que le gusta, mejor. Yo le adaptado una mascara de ski, con una pequeña abertura adelante que le permite sorber líquidos con una pajita, pero al tener un candadito atrás, no le permite quitársela y comer. Así, le puedes dejar unas horas en casa sin necesidad de preocuparte. La única precaución es darle bebidas con suficiente azúcar para que no se debilite o le duela la cabeza.
· Átale a una silla, y hazle comer y beber como un niño pequeño.
· Hazle acuclillarse a tu lado mientras comes, y aliméntale como a un perro, con pedacitos de tu comida de vez en cuando. Mejor si le tienes con los ojos vendados. Aliméntale a ratos, “olvídate” por un tiempo de él, que no sepa cuándo llegará el nuevo alimento, porque así reforzarás su dependencia de ti. Una variante que te aconsejo es hacerle comer de un bowl en el suelo, a veces atándole las manos a la espalda.
· Aliméntale desde tu boca, pasándole comidas y bebidas directamente. ¡Muy erótico!
· Haz que una comida entera la haga desde tu cuerpo, que te chupe los dedos que hayas metido en alguna comida apropiada, o alguna crema o helado en tus pezones que deberá limpiar mientras se alimenta, o incluso frutillas o banana en tu sexo (previamente bien lavado).
· No te prives de esto: particularmente algo cremoso como chili, guacamole o algún queso derretido. Lo pones en un bowl en el suelo, sacas tus pies de la botas, zapatos o las sandalias que uses, los sumerges en el recipiente y él te los chupará para alimentarse. Para mi es un clásico: mi marido adora mis pies (muchos hombres adoran los pies femeninos). Dos o tres veces por semana, me doy el gusto de un baño de lengua entre mis dedos.
Una noche afuera con mi amiga
Una versión de esta práctica consiste en salir a cenar con una amiga y dejar a tu marido en casa atado a la cama. Una nota: si te resulta muy fuerte dejarle atado, usa los mitones y el slip, o los mitones y el condón de cuero si todavía no le tienes con cinturón de castidad. La clave es que esté físicamente controlado y pensando en ti durante esas horas. Otra variante que he ensayado es dejarle con los mitones, slip con candado y oliendo mis botas (¡nariz adentro!).
Esta situación genera un interés particular, porque crea sentimientos especiales no solo para él sino también para ti. Para él: un poco (¡o mucho!) de celos y la incertidumbre de volverte a ver. No sabrá qué puede pasar en varios aspectos… y si ve que te vas vestida en forma atractiva, su sentimiento de amor y dependencia hacia ti será increíble. Para ti: una sensación especial de poder; te estas yendo a pasar un buen rato, y tu hombre te espera desnudo, atado en tu casa, mientras tú disfrutas de un agradable asueto con tus amigas. Te aseguro, y creeme, que es muy excitante.
Una variante suave es la de irse al piso de abajo o a casa de alguna vecina, o incluso (muy suave) irse a otra habitación, pero sin darle detalles. Debe esperarte atado o con los mitones, y en actitud de devoción (adoración de tu calzado, o algo similar). También, irse un rato de la casa, aunque no hayas podido arreglar la cena descrita, pero dejándole con ese nivel de incertidumbre.
La versión más sofisticada consiste en tener la misma reunión con una o mas amigas en tu casa. Después de arreglar la casa, le colocas en un baño o cuarto pequeño, lo mas cerca posible de donde vaya a transcurrir la reunión, atado y amordazado. Si te atreves, deja la puerta abierta, para que oiga la conversación. Por supuesto llevarás la charla hacia temas sobre hombres. Esto te permitirá hacer todo tipo de observaciones con doble sentido, que serán muy placenteras para ti y también para él, aunque esté en esa situación. Es un juego muy divertido.
Fin de semana en el campo
Quizá tengáis una cabaña en una zona de montaña o un lago. En ese caso, las cosas son mas fáciles. Si no, trata de conseguir una prestada o procura alquilarla. ¡Aseguraros de que no vengan visitas! Arréglalo para pasar el fin de semana con tu marido. Quizá no sea muy sencillo de organizar, pero, si lo logras, te aseguro que valdrá la pena. Debes conseguir que no haya obligaciones durante el fin de semana.
La gran ventaja de esta experiencia es que se desarrolla en un ambiente distinto del habitual. Puedes hacer que te sirva las comidas, o el desayuno en la cama. Lo tendrás desnudo (si hay vecinos, con lo mínimo de ropa el tiempo imprescindible). Hay grados de obediencia que son posibles solamente cuando podéis pasar uno o dos días sin terceros: son muchas horas de servicio seguidas, y constituyen una experiencia nueva. Los dos lo recordaréis durante mucho tiempo.
En un restaurante o en las vacaciones
Ahora el se dirige a ti respetuosamente y por tu título en privado .Oblígale a que lo haga en publico (en ambientes fuera de lo habitual, donde no os conozcan), en restaurantes, hoteles o tiendas. Que te hable de esa forma delante de una dependienta o de un camarero. Por supuesto, buscará la manera de evitar responderte con tu titulo y con los formalismos que requieras, pero insiste y amenázale con castigarle por desobedecer.
Otra posibilidad es prohibirle hablar con nadie sin tu permiso. Resulta muy fuerte en un restaurante: no le está permitido hablar con el camarero aunque le pregunten algo. En un restaurante, puedes ordenar tú incluso sus platos: no le dejes elegir. Cuando el camarero le dé el menú, puedes cogerlo (atrévete) y decir algo como “no será necesario, yo elijo sus comidas”.
Noches temáticas, rituales, juegos
Puedes elegir temas para una noche, o para una temporada. Todo depende de tu imaginación. Algunos ejemplos de las infinitas posibilidades:
· Cúbrele los ojos durante noche completa, con una venda o una capucha.
· Prohíbele hablar ni una palabra durante 24 horas.
· Enséñale a darte las gracias cada vez que le castigues. Por otra parte, muéstrate tierna y comprensiva ante el castigo que le espera.
· Cuando tengas ganas, conviértele en tu sirvienta: que se vista como te guste, que te masajee, haga manicura o pedicura, te pinte las uñas, etc. Todo con una actitud muy respetuosa. Le he hecho pintarme las uñas de los pies y, después, si no me gusta, quitarme la pintura y rehacer el trabajo.
· Ponle a alabarte: que te ensalce durante un buen rato, como hacían en Oriente las esclavas con sus amas. Tú puedes, distraídamente, asentir o entretenerte con su ingenio. Prémiale (poco) si logra divertirte.
· Acostúmbrale a atenderte como a ti te guste: que te calce, te ayude en el baño, te sirva el desayuno los fines de semana, etc. Con el tiempo, le encantará servirte y tenerte como una reina, incluso en los pequeños detalles.
· “Noches de deseo desesperado”. Las llamo así porque son noches en que incremento el deseo de llegar de mi marido (frustrado) hasta límites casi intolerables. Nos sentamos en el sofá a ver una película porno (si es sobre dominación, mejor). El debe estar desnudo o con slip que permita tener fácil acceso a su miembro. A medida que la acción progrese, le haré darme un orgasmo como más me guste. Pero antes, durante y después, le toco, le fuerzo a mirar. Todo en nuestra relación trata de tenerle excitado, pero esto le vuelve loco por la intensidad. De hecho, de estas noches han surgido grandes avances: yo noto que él está ansioso y dispuesto a hacer literalmente cualquier cosa. Es tan excitante, y otorga tanto poder, que me he atrevido a hacer cosas que normalmente no hubiera hecho. Por ejemplo, fue en estas noches en las que por primera vez hice que me limpiara con la lengua tras orinar, o en las que me decidí a salir al jardín, ensuciarme los pies y obligarle a limpiármelos. En una de esas primeras noches fue cuando le comuniqué que iba a usar su primer condón de cuero (el forro semi-rígido de cuero que me permitió controlar sus orgasmos antes de ponerle el actual cinturón fijo). Estas noches en que nuestro deseo sube enormemente sirven para “traspasar fronteras”. Una vez comprobado que mi marido obedece con gusto, y que yo disfruto, quedan establecida estas actividades para los momentos más habituales.
Castigos
Tal como te dije, los castigos deben ser de verdad. Es la manera de que te tome en serio y desarrolle una total dependencia de tu voluntad. Debe sentir lo importante que es que tú estés contenta con él. Y esto se logra con el palo y la zanahoria, con los dos, como en todo proceso de educación. Así que debe temer realmente los castigos; no puedes aflojar en este asunto. Sólo los premios (o privarle de ellos) no garantizan la adecuada progresión en tu asunción del control. Retrasar su orgasmo, como único castigo, no será suficiente para lograr su obediencia.
Si ha desobedecido, se ha rebelado, o no ha hecho perfectamente algo que le hayas encargado, enfádate. Transforma la situación, porque no puede seguir todo igual. Si te resulta difícil, hazlo gradualmente, pero hazlo. Es también lo que él espera de ti. Y el proceso será beneficioso para los dos. Además, si no lo haces la construcción pierde seriedad. Hazlo a tu ritmo, pero hazlo. Te sugiero:
· Cumple siempre el castigo que hayas anunciado que le vas a propinar. De hecho, te recomiendo buscar cualquier excusa para castigarle, aún sin razón (“porque yo lo decidí” constituye una muy buena razón).
· Haz que te agradezca el castigo recibido. Ambos sabéis que es por su bien. Consigue que te pida que le castigues un poco más. De vez en cuando, pregúntale si considera que debe serlo, que se lo merece. El sabrá cuál es la respuesta correcta: siempre “si”.
· Varía sistemáticamente la naturaleza del castigo, el lugar dónde efectuarlo o la posición en la que se recibe. El castigo no se limita a una paliza: dormir en el suelo, quitarle una comida, encerrarle, ponerle en posición y meterle algo en el culo, etc.
· Dramatiza el castigo y escenifícalo; añade rituales y aspectos psicológicos: por ejemplo, ponle en posición de recibir su correctivo (atado o no, según tu gusto), y anúnciale que su castigo tendrá lugar en 10 minutos. Coloca un reloj delante de sus ojos. A veces, de todas formas, retrásate. Ponle a cuatro patas, y oblígale a pedirte con devoción que le des los azotes que se merece y a agradecértelos una vez que hayas terminado.
· Es muy recomendable imponerle una restricción especial durante su castigo o cuando realiza cualquier tarea que le impongas: prohíbele hacer cualquier sonido (queja o comentario) o que se mueva. Si desobedece, empezarás de nuevo. Este tipo de exigencias, arbitrarias y duras, resultan muy eróticas para ambos.
· Para crear oportunidades permanentes de castigo, que mejorarán tu grado de control y su obediencia, aplica el principio militar: una orden continúa vigente hasta que se dé la contraorden. Por ejemplo: si le ordenaste ponerse de rodillas para recibir su castigo, no por haber concluido puede cambiar de posición. Esta idea se puede extender indefinidamente y proporcionarte infinitos motivos para disciplinarle.
· Una nota importante: como te he dicho repetidamente, quiero y respeto enormemente a mi marido. Sin embargo, los castigos que pueden parecerte excesivos son necesarios y seguramente harán mucho bien a la relación. No olvides que todo esto se enmarca dentro de la “nueva relación” que estáis construyendo día a día. Propinarle su castigo severa y arbitrariamente no mengua el aprecio que le tienes, forma parte de la nueva vida que habéis decidido explorar. Dicho esto, te puedo asegurar que, además, ser un poco “bruja”, arbitraria y excesiva en los castigos, ayuda no sólo a mejorar su obediencia sino que puede aliviarte bastante en días en que estés de mal humor, cuando quieras descargarte y, de paso, continuar educando a tu sirviente. Venir del trabajo nerviosa, y encontrar algún motivo para someterle, me ha permitido cambiar mi humor: la irritabilidad se esfuma después de castigarle y obtener de él muestras de su anhelo por servirme.
Progresividad
De nuevo quiero remarcarte que no es razonable introducir de golpe todas las prácticas (las que te comento y las que se te ocurran a ti). Aun cuando todo progresa, cada caso es diferente, y las practicas deben resultar agradables para ti (y para él). Te sorprenderás al darte cuenta de que, con el paso de las semanas y los meses, evolucionaréis hasta el punto de que ciertas situaciones que hoy rechazas se irán convirtiendo en normales y deseadas por ambos. Todo progresa en ese sentido. No te apures, pero no cedas cuando tengas ganas de avanzar. La cuestión de “ir progresivamente” es vital para que tu marido acepte grados crecientes de obediencia, pero se aplica igualmente a lo que tú tengas ganas de hacer: verás que cada vez te volverás más exigente.
Otros aspectos
El bondage (ataduras) es un elemento importante, mejor dicho esencial, en la dominación de tu hombre: atarle significa privarle del principal elemento de su superioridad sobre ti: su fuerza física. El hombre sabe que puede poner término a cualquier situación de dominación. De manera que atarle es la única forma de ponerle en una situación de verdadera dependencia psicológica. Así que debes usar frecuentemente las ataduras. Tienes que aprender a atarle correctamente de forma que no pueda liberarse por sí solo. El aprendizaje llegará con la práctica; al principio, tendrás que cuidar los detalles, y después saldrá con facilidad.
Algunos consejos:
· Átale con algo cómodo. En principio, a la cama o a algo que le impida moverse.
· Es imperativo que no pueda deshacer lo que hiciste: presta más atención al atar sus manos.
· Una variante sencilla es usar esposas. Recomiendo las de cuero, pero si no las consigues (mándaselo a él), las de metal son la siguiente posibilidad.
· Para ver posiciones interesantes en las que atar a tu marido te recomiendo que recorras Internet (o mejor aun, que le encargues a él que lo haga y descargue las fotos adecuadas).
Mordazas
La idea de la mordaza es impedirle hablar e introducir otro elemento de restricción en su libertad que, como los demás, tú controlarás. Las mejores se compran en los sex-shops y consisten en una pelotita de goma con una cinta que permite atarla atrás de la nuca. Muy útiles y eróticas. También puedes hacerla tú misma. Es útil añadirle un candadito para evitar que se la quite. Otra manera de amordazarlo es con tus bragas (que te quitarás en ese momento): méteselas en la boca, y fíjalas con cinta plástica, o mejor aun con una media usada bien atada detrás de su nuca. Otra mordaza particularmente erótica es un anillo de plástico de tamaño adecuado, que se coloca en la boca detrás de los dientes y se fija a la nuca con cintas o cuerda. Tu marido no podrá cerrar la boca, pero sí podrá usar la lengua sobre tu cuerpo.
De todas formas, nunca le dejes solo cuando este amordazado, por el riesgo de asfixia, especialmente si le llenaste la boca con tu ropa. Se trata de utilizarla un corto periodo de tiempo y hacerle sentir tu control. Este riesgo prácticamente no existe con la mordaza de pelota o el anillo plásticos.
El arnés-consolador (strap-on)
Comienza con un dispositivo anal pequeño (anal-plug). Sácale a cenar con el plug puesto. Mantenlo períodos de una o dos horas. Después, puedes pasar a sesiones de sexo anal con tu marido. Aún si tenéis una aversión total hacia la homosexualidad, los hombres no consideran homosexual este tipo de sexo cuando lo efectúa una mujer. Compra el arnés-consolador en un sex-shop (o manda a tu marido a comprarlo). No te dejes tentar por los dobles, los que tienen un consolador para ti: son poco prácticos y difíciles de usar. Busca lo mas simple, que siempre funciona. Si tienes dificultades para conseguirlo, comienza aplicando manualmente un consolador a tu marido (empieza con tamaños regulares). Incluso puedes indicarle que se lo ponga el mismo, y tú te encargas de moverlo después. O puedes fijárselo con una cinta o cinturón, y hacer que te atienda con el consolador puesto. Por otra parte, para atenderte de esa forma, hay cinturones de castidad con dispositivo anal incluido.
El cinturón de castidad
Hay muchísimos tipos de cinturones. Después de buscar en diversos sitios de fabricantes, y en www.altarboy.com (un lugar de referencia para este tema en lo referente a testimonios, consejos y para la búsqueda de cinturones), te recomiendo que elijas entre Acces Denied (USA), Neosteel (Alemania) y Tollboy (Gran Bretaña). Yo elegí Neosteel y, como con los testimonios que recogí, estoy muy satisfecha, es muy efectivo y estético.
Tienes que tener en cuenta que son bastante caros y, al ser de metal, un inconveniente en los aeropuertos si tu marido viaja. En ese caso, recomiendo el condón de cuero para esos viajes, asegurándote de que no pueda abrirlo de ninguna manera, o el CB 2000, que siendo de plástico no presenta problemas en ese aspecto, aunque es más incomodo. Constituyen también variantes provisionales para los viajes.
Sobre la duración de su uso, si bien todos los fabricantes sostienen que puede ser utilizado de forma permanente, no es así. Es preferible quitárselo todas las noches, o cada 3 o 4 días. De esa manera, se maneja mejor la higiene y se previenen irritaciones y sensibilidades.
La cuestión de la seguridad tiene dos vertientes: la primera, impedir que tu marido pueda mantener una relación sexual, masturbarse o incluso tocarse. En este sentido, la seguridad del cinturón es verdaderamente absoluta. La segunda, la seguridad de él: si vas a ausentarte durante más de un día, debes organizarte de tal manera que pueda tener acceso a la llave por razones medicas o de otro tipo. Por supuesto, si tienes una gran amiga, en quien hayas confiado todo esto, puedes dejársela. Pero, como imagino que esto es secreto, queda la solución del sobre con tu firma. Deja la llave en un sobre firmado. Si tu marido tiene que abrir el cinturón, podrá hacerlo, y después, y por la cuenta que le tiene, que la justificación sea satisfactoria.
Conclusion: ¿y ahora qué?
Pues ahora, nada. Nada más, pero todo el camino por delante. Bueno, en realidad, sí: el placer derivado de estos juegos se renovará de sesión en sesión, y cada semana será distinto. Descubrirás nuevas ideas, nuevas variantes, leerás, verás en Internet, e irás aplicándolo para poner mas pimienta en esos momentos tan intensos.
Si has seguido el ritmo que aconsejo (meses de dominación intensa seguidos de periodos “normales”), no hay riesgo de caer en la monotonía y el aburrimiento. Los periodos de dominación y de descanso los fijaréis vosotros. De esta forma, los años transcurrirán al ritmo de estos periodos de inolvidable esplendor sexual. Lentamente, los dos os encontraréis deseando retornar a la más estricta dominación, porque vais aceptando la naturaleza básica de dominante y sumiso. No te prives, ni prives a tu marido, de explorar todo lo que te parezca explorable. Y a medida que pasen los años, irá creciendo la sensación y los recuerdos de la enorme cercanía que habrá iluminado vuestro matrimonio.
DominacionFemenina.net:
Publicamos este trabajo porque consideramos que bastantes de sus aportaciones o puntos de vista tienen interés para los lectores de esta revista. Sin embargo, hemos tenido nuestras dudas antes de hacerlo. Trataremos de explicar nuestras discrepancias fundamentales con este texto, que resumiremos en tres:
La primera se encuentra en la consideración de la dominación femenina como un juego que debiera ser utilizado temporalmente. Estamos de acuerdo en que el juego erótico es un componente importante para el enriquecimiento de cualquier relación de pareja; también, desde luego, de las de dominación. Sin embargo, se concibe desde la creencia de que pueden considerarse juegos casi todos los instrumentos y actividades que se utilizan entre los practicantes de la dominación femenina, pero no la dominación misma. Nos parece absolutamente respetable que haya quien considere la dominación femenina como un juego erótico, que se puede practicar ocasionalmente para enriquecer la sexualidad de una pareja, pero no es ese el criterio que ilumina estas páginas.
Nuestra opinión es que la dominación femenina es un estilo de vida, una forma de afrontar la relación de pareja que condiciona el conjunto de la vida de las dos partes que la integran. Esa relación podrá tener altibajos, incluso períodos de vacaciones o descanso, momentos para el juego o para el aburrimiento, lo que se quiera, pero en nuestra opinión todos esos momentos están condicionados por el dominio de la mujer y por la sumisión del hombre, más explícitamente o menos, con mayor o menor intensidad. Esta revista se dedica a las relaciones de dominación femenina y no, insistimos, a la dominación como un juego erótico pasajero. Así que nuestra opinión es clara: el espacio temporal de una auténtica relación de dominación femenina es 24/7, es decir, veinticuatro horas y siete días a la semana, aunque, como decimos, sepamos que la intensidad de esa relación oscilará según momentos, y nada que objetar a que la mujer decida conceder a su sumiso los períodos vacacionales o descansos, cortos o largos, que considere pertinentes para ella y para la buena marcha de la relación.
La segunda de nuestras discrepancias estriba en que, a veces, este texto parece un compendio de trabajos para la mujer que va a convertirse en la parte dominante de la relación. Muchas de sus propuestas pueden resultar apropiadas para bastantes mujeres, otras sólo las encontrarán útiles unas pocas. Pero el artículo parece, en ocasiones, un compendio de los deseos del sumiso que debería cumplir quien en teoría ejerce el dominio. Aunque se pueda defender que no serían pocas las mujeres que disfrutarían de muchas de las prácticas que aquí se proponen (y estaríamos de acuerdo), asumirlas en su mayoría supondría una carga de trabajo a todas luces desmesurada para una mujer que pretende iniciarse en la dominación. Somos de la opinión de que resulta más que conveniente ir terminando con la extendida sensación de que la dominación consiste en que las mujeres se ponen a hacer cosas para los hombres que están deseando “someterse” a ellas, cuando lo lógico es comenzar el proceso justamente al contrario: ¿qué está dispuesto a hacer el varón sumiso por la mujer a la que dice querer entregarse?
Y eso nos lleva a la tercera de nuestras discrepancias: esta especie de manual se dirige a un sector de la población francamente minoritario: el de las parejas en las que para que la mujer asuma un papel dominante tiene que combatir las reticencias de su compañero a someterse. Es cierto que se dan situaciones de este tipo, pero son las menos. En realidad, son muy pocas; lo habitual es lo contrario: la gran cantidad de hombres que anhelan someterse a una mujer dominante, y las enormes dificultades que encuentran para hacer realidad ese anhelo, aunque en la mayoría de los casos deba imputárseles a ellos mismos la responsabilidad de su fracaso, su incapacidad para dejar de considerarse el centro de la relación y volcarse de verdad en la mujer a la que quieren entregarse, en sus deseos y necesidades.
En cualquier caso, y pese a estas discrepancias de fondo, seguro que muchos de nuestros lectores encontrarán cosas en este texto por las que les haya merecido la pena la lectura.
Como les dije mis queridos lectores estoy basicamente de acuerdo con los conceptos vertidos en este articulo aunque discrepo con la posibilidad del 24/7.
Justamente es en los detalles cotidianos, de todos los dias, en cada rutina que la Femdom se disfruta mas que nada y la actitud de un verdadero esclavo se ve en esas circunstancias.
Aun con hijos, familia, trabajo, amigos y demas cosas normales es posible encontrar un equilibrio que permite que la Dama disponga de un esclavo 24/7 para que su vida sea mas facil y placentera.
Bisou
Ama Claude
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